miércoles, 30 de noviembre de 2011

Capitulo 10.

Siento haber tardado en escribir uno nuevo, pero ha sido porque no me he puesto, por vagueza o falta de tiempo, pero ahora espero escribir mas.
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Cuando entramos en una cafetería para tomar un café, con todas las luces que allí alumbraban advertí de que no sufría ni un simple arañazo, había salido ileso. Yo todavía estaba un poco impactada, nunca había visto esa faceta suya y ni si quiera sabía como escondía tanta fuerza.

-¿Cómo has hecho eso? –le pregunté mientras nos sentábamos en una mesa-
-Tú eliges, el chico lo hace y pagas –dijo en un tono divertido mientras sonreía-
-¡Eso no bobo! Lo que ha pasado ahí fuera.
-Nada, unos imbéciles se han metido con la chica equivocada, y ya esta.
-Quiero decir, esto…no sabía que supieses pelear así,  bueno no ha sido como los luchadores profesionales, ha sido más como defensa. ¿Dónde aprendiste eso?
-Estuve tomando clases de karate cuando era pequeño, empecé con cuatro años y lo dejé a los diez. Quieras o no, en seis años te da tiempo ha aprender muchas cosas sobre defensa. Además siempre he pensado, que en una pelea gana siempre el que se defiende y no el que ataca, y una prueba de ello, ha sido esto.
-Otra cosa más en común, yo también hice karate, empecé un tiempo, luego me casé y lo dejé. Cuando me mudé volví ha dar clases, me cambiaron la profesora y lo dejé, me volví a mudar y empecé de nuevo…El caso es que nunca pasé del cinturón naranja, así que, no avancé mucho

[…]

Casi se nos pasa la hora hablando, y casi no llegamos a tiempo a la película. Como era de esperar apenas vimos la película, pero la trama principal la cogimos.

Pasaron las semanas, tranquilas sin apenas problemas, mayoritariamente porque estábamos estudiando la mayor parte del tiempo, teníamos los exámenes a finales de mayo y principios de junio. No se porque nos juntábamos a estudiar si nuestras asignaturas eran opuestas totalmente, él estudiando a memorieta, y yo haciendo problemas matemáticos para entenderlo todo. El caso es que descubrimos que tanto uno como el otro sabíamos bastantes cosas de las asignatura del otro. A lo mejor en un futuro hasta fundábamos una empresa constructora internacional y él sería el traductor y relaciones públicas. Después de comer, cuando no podíamos estudiar de la vaguez que sentíamos nos tumbábamos en la cama y pensábamos en el futuro, algunos dicen que eso daba malfario, pero a nosotros nos alegraba pensar en un futuro en el que los dos estábamos juntos. Además teníamos que pensar en esas cosas ya que el curso siguiente entraríamos en la universidad y teníamos que ver donde la haríamos.


-Este fin de semana no tenemos examen de los que preocuparnos, por fín –dije aliviada ya que podría pasar un fin de semana tranquila, sin preocuparme por estudiar-
-Sí, y tengo una idea
-Sorpréndeme –aunque ya lo estaba-
-A estas alturas, ya va haciendo calor ¿no? –yo asentí- Bueno pues mi padre tiene un piso en la playa y nos lo ha dejado para este fin de semana, pero si quieres venir claro –dijo ahora mirándome preocupado por si me negaba.
-Claro que quiero

Lo estuve pensando detenidamente esa noche, por si ese viaje tenía una función especial, y la verdad es que se me pasan varias ideas por la cabeza. Nunca hablamos del tema de hacerlo, y este fin de semana, nosotros dos solos, en un apartamento, y con estas edades, es de esperar que pase. Si lo hacíamos sería mi primera vez, y con él. No quería darle muchas vueltas al tema, así que, me mantuve ocupada todo lo que quedaba de semana, bien estudiando, o de compras para ese fin de semana.
No lo ví en toda la semana, y hablamos solo una vez por teléfono. Era jueves y tenía que saber si el plan de fin de semana juntos seguía en pie.

-Hola, soy yo –dije instintivamente por si no sabía quien era, cosa poco probable ya que tenía mi número guardado.
-Hola preciosa, se que eres tu.
-¿Sigue en pie lo del fin de semana?
-Claro, pero como no hemos hablado esta semana, creí que no te apetecía y por eso me evitabas
-No te evitaba, evitada pensar –le confesé
-Pensar sobre ¿qué?
-Bueno me da un poco de vergüenza decirtelo
-No debería ser así, soy yo no un desconocido, espera ¿es que has matado ha alguien? –él y sus bromas, eso me recordó que le quería, que era él y que podía contárselo-
-Muy gracioso, eso te gustaría ¿eh?. Tener una novia asesina.
-Uf si, me pone solo de pensarlo. Pero no me cambies de tema
-Has sido tu pero bueno, da igual. Que vamos a estar los dos solos, en tu apartamento, todo el fin de semana, y bueno pueden ocurrir muchas cosas. –le digo nerviosa-
-¿Cómo cuales?
-Cometer un asesinato no te digo, sabes a lo que me refiero
-Touché –escucho como se ríe- creo que me hago una idea, no te preocupes cielo no haremos nada que no quieras, prometido.
-No hace falta que lo prometas, confío en ti. Pero no tanto en mí.
-Bueno yo si confío en ti también y eso tendría que suficiente ¿no?
-Sí, supongo que sí.
-Vale pues deja de preocuparte porque no hay razón para ello. Estate preparada, cuando termines de comer, me das un toque y te voy a recoger a casa.

[…]

Así hice, increíble, sabía que tenía dinero, pero no como para eso. Viene a recogerme en limusina, nunca había montado en una.
Cuando llegamos a Torremolinos, llegamos a una urbanización preciosa, enorme, en primera línea de playa. Su portal el 8, subimos al tercero para dejar las maletas y volvemos a bajar para enseñarme la urbanización y la zona.
Dos piscinas, todo más verde que el Central Park , un parque para los peques. Y lo major, acceso directo a la playa. Si por mí fuera viviría allí.
Propuso subir, cambiarnos para ponernos algo más frescos, porque allí hacía bastante más calor, apretaba el sol y eras todavía las siete de la tarde. Me enseñó el piso, ya que dejamos las maletas en la puerta. Un saló enorme con una puerta del suelo al techo corredera, dos habitaciones (supuse que la suya y la de su hermano), un dormitorio más grande de matrimonio y dos cuartos de baños. Como un piso normal, si no fuera porque todo era más grande de lo normal.

-Este fin de semana, nuestra habitación, será la de matrimonio, siempre he querido dormir aquí. –más leña al fuego pensé mientras él cogia un vaquero que le llegaba justo por encima de la rodilla y una camiseta blanca, olguera de cuello de pico, se ponía sus marineras, cogía sus gafa. –Voy a bajar para preguntarle al conserje cuando abren las piscinas, subo enseguida y nos vamos a tomar algo por ahí ¿vale? –se acerca a mi y me besa en la cariñosamente.

En función de su ropa, me hice una idea de que ponerme yo, no sabía donde me llevaría, así que un vestido casual con unas sandalias lo vi oportuno. Para cuando él volvió yo estaba cepillando mi pelo, cogí mi gorro, las gafas y nos fuimos.

Hasta que tuvimos ganas de tomar algo paseamos por el paseo marítimo, nos entreteníamos viendo a los artistas que hacía figuras de arena en la playa, a los que hacían esos retratos de la cabeza grande, que por cierto nos hicieron uno, o regateando con los de color que vendían cosas de “marca” para luego no comprar nada.
Acabamos cenando en un chiringuito en frente de la urbanización, parecía que Sergio era conocido por aquella zona, todos los camareros se pararon a saludarle y hacerle miraditas cuando me veían. Sentía que además del calor que hacía mis mejillas enrojecía tímidamente. Nos inflamos del pescado tímico de allí, gambas, espetos, calamaritos, boquerones, rosada y un largo etc.
Después para ponerle la guinda al pastel nos fuimos a uno de los 9 pubs que había en los bajos de la urbanización, en dirección a la playa. Nos tomamos algún que otro mojito, más de uno porque conocimos a un grupo de gente que podrían tener un par de años más que nosotros aunque no se notaba esa leve diferencia de edad.

Cuando quisimos darnos cuenta eran las 4 de la mañana y no estábamos precisamente para seguir una línea recta.
-Parece que por aquí eres muy conocido- le dije mientras habría la puerta del apartamento y me dejaba pasar-
-Cuando pasas todos lo veranos de tu vida aquí te conocen quieras o no. Ya mismo te conocerán a ti, si vienes conmigo este verano –dijo mientras cerraba la puerta y echaba la llave-
-Eso me gustaría –me acerqué y lo besé.

Entramos en la habitación, me quité primero las sandalias, entré en el baño para lavarme los dientes, me eché un poco de agua en la nuca al recogerme el pelo con una cola, porque incluso a las 4 de la mañana hacía un calor infernal. Cuando salí del cuarto de baño él ya estaba sin zapatillas y quitándose la camiseta.

-Que sexy a la luz de la luna –le bromeo, aunque era cierto, la lua de la luna le daba en todo el cuerpo, oscurecía sus ojos pero resaltaba su cuerpo.
-Veremos tu ahora cuando te quites ese vestido, señorita. –me dijo mientras reía levemente.
-Es que ¿no te gusta?
-Al reves, me encanta y te queda genial –dijo mientras se acercaba y me quitaba lentamente el vestido- pero así estás mejor ahí que reconocerlo –instintivamente me llevé los brazos a la barriga, nunca he estado contenta con mi cuerpo y eso que siempre me han dicho que ni me sobra ni me falta nada –eh, ¿Qué pasa?
-Nada no me gusta mi cuerpo
-A mí sí, y mucho –respondió mientras daba lentamente pequeños besos por el cuello y después por la boca.

Le seguí el juego, seguiamos besándonos cuando caímos a la cama. Me besaba desde el cuello al ombligo. Estaba claro, hoy era el día. Él me quitaba los tirantes del sujetador y yo a él le desabrochaba el pantalón, lo que quedaba para quitarnos esas prendas lo hizo cada uno.
Sentía que se me aceleraba el corazón, que ardía en deseo y que él sentía lo mismo. Al principio fue un poco doloroso como me había imaginado, pero después fue la noche más placentera de mi vida.

domingo, 26 de junio de 2011

Información.

He estado ausente. Muy ausente. Ni si quiera recuerdo la ultima vez que me metí en el blog.
Pero ya sabéis que los estudios ocupan tiempo y a mi me han ocupado más de lo que quisiera. Por eso y otra serie de circunstancias lo tengo un poco abandonado.
Ahora que llega el verano tengo más tiempo libre, y tras mucho meditarlo este blog estará dedicado sol y exclusivamente a la novela cuyo primer titulo era If time is all i have I'll waste it all on you. Ahora le he cambiado el nombre por el de: Una más entre otras. Creo que le va mejor.
El caso es que tendré otro blog más personal que pronto pondré en un nueva entrada.
Espero volver a escribir la novela, seguir escribiéndola porque me encanta hacerlo.

Lo siento y gracias por la visita :)

lunes, 31 de enero de 2011

Capitulo 8.

CAPITULO 8

-Cariño, hay que levantarse si quieres ir al hospital antes de que vayamos a clases –eso si que era forma de despertar ha alguien no como la hacía mi hermana pegándome esos gritos pensé mientras mi mente volvía al mundo real-

Esbocé una sonrisa todavía con los ojos cerrados, abrí los ojos a medias y le besé sonriente. Rápidamente me levanté y fui a mi baño, sí mi propio baño en mi habitación, porque si mi hermana ya es insoportable despierta, cuando está recién levantada mejor ni imaginarlo. Como no soportaba sus gritos mañaneros convertí mi vestidor en mi baño, tuve que renunciar a mi querido vestidor, pero era una consecuencia, así que…
Me miré en el espejo, tendría que lavarme el pelo, pero si lo hacía llegaríamos tarde y no me apetecía nada, así que me hice mi coleta gitana como yo la llamo y me metí en la ducha. Cogí mi toalla para secarme, me lavé los dientes y salí del baño cuando vi a Sergio mirando mis fotos de pequeña, las tenía todas en un tablón junto a fotos con mi familia, amigas, incluso tenía unas cuantas fotos con mi hermana de cuando éramos pequeñas y nos queríamos.

-De pequeña eras un pivón –dijo mientras me mostraba la foto de donde había sacado esa idea. Una foto en la que estoy yo con 6 años subida en el borde de la Fonta di Trevi poniendo las posturas que ponía una modelo que tenía a mi lado-
-¿Y ya no? –le dije de broma, se acercó a mí-
-Ahora más todavía –me besó- pero si no llegamos tarde estarás más guapa todavía –me sonrió y yo le devolví la sonrisa- Tenemos que llegar a mi casa para cambiarme ¿si?
-Claro –cogí unos vaqueros, una camiseta y una rebeca un poco grande para mí pero me encantaba porque era calentita y me recordaba a las que llevaba mi abuela cuando era joven-

Me vestí rápidamente, me puse mis converse bajas de un color blanco roto, cogí la mochila y mi gabardina. Salimos rápido y cuando llegamos a su casa, preferí quedarme fuera por si los padres estaban ahí y bueno no sé prefería no verlos, por lo que me quedé fuera esperando.

Al cabo de unos quince minutos, sale vestido casi como yo, una rebeca muy parecida a la mía, unos vaqueros del mismo color y las mismas converse blancas:

-Parecemos novios y todo ¡eh! –reí levemente mientras le miraba-
-Sí casi. Se lo he contado –dijo-
-¿El qué?
-Pues que tengo una novia y que a su hermana la han atropellado. Saben que estás aquí y quieren conocerte, así que si entras ya, todo se hará rápido, ¿vale?
-Es que me da mucho corte.
-Por favor, ellos te quieren conocer, y yo quiero que conozcan a la chica de la que estoy enamorado, que por cierto luego hablaremos de eso… -dijo poniendo la típica cara de cachorrito-
-Tienes el poder de convencerme. Te odio por eso –le dije en un tono de broma-

Revisé como iba, me ajusté pantalones y chaqueta, en el móvil vi como tenía la cola hecha y subí las escaleras exteriores que daban a la casa. El corazón me iba a mil, era la primera vez que conocía a los padres de mi novio, nunca de ninguno de los chicos con los que he estado, que he de aclarar que no han sido muchos, me ha querido presentar a sus padres. Siempre decían que era muy pronto, que ellos no les daba importancia que los conociera o que la relación no ha durado tanto como para llegar a eso. El caso es que esta era la primera vez, siempre había una primera vez para todo, y ahora me tocaba, así que, decidí relajarme y ser yo misma, aunque sabía que era mucho pedir.
Entré tímidamente por la puerta, como si fuera la primera vez que cruzaba el umbral de su puerta, y la verdad es que no era así, la había cruzado y más de una vez. Me dijo que me quitara la chaqueta y dejara la mochila cerca de la puerta para irnos lo más rápido posible, quería que los conociera pero no que me sintiera incómoda y se lo agradecía. Una vez lista, le di la mano y nos dirigimos hacia la cocina donde estaban desayunando, supongo porque a esas horas…

-Mamá, papá, esta es Laura.
-¡Hola Laura! –Dijeron al unísono mientras se acercaban a mí y me daban un abrazo-
-Hola –respondía alegre mientras les correspondía al abrazo-
-Sentimos lo de tu hermana, por cierto soy Elena
-Gracias, encantada de conocerle –le respondí a su madre tímidamente, mientras su padre mojaba una magdalena en el café-
-¿Se lo dices tú o se lo digo yo Sergio? –dijo la madre mientras me miraba seria, ¡¿qué había dicho mal, ya si apenas había hablado?! Pensé mientras miraba a Sergio que seguía cogiéndome la mano-
-A mi madre –puso cara de: eres una pesada mamá, y luego me volvió a mirar- no le gusta que le traten de usted porque piensa que usted es para gente más mayor. La cuestión es que ella se cree joven –se gira hacia su madre y se acerca a ella- pero mira, esto –señaló una pequeña pata de gallo que apenas se notaba- no es de joven verdad mama –dijo en un tono gracioso-
-Pues a mi me gusta esa arruguita –dijo el padre mientras le daba un beso en la pequeña arruga…de que me sonaba eso pensé mientras recordaba la escena en las escaleras de mi casa-
-A partir de ahora llámame Elena ¿vale cariño? –dijo sonriente y yo asentí, me iba a costar puesto que siempre trataba de usted a los mayores que yo-
-Nosotros tenemos que irnos, vamos a llegar al hospital antes de las clases, y no queda mucho que digamos así que nos vamos rápido, adiós –dijo Sergio mientras se giraba, y a mí con él-
-¿Tenéis prisa? –dijo el padre-
-Sí papá, así que…adiós –respondió-
-¿Tu estás cariño? –le preguntó a su madre, y esta asintió mientras tomaba el último sorbo de su café-
-Entonces perfecto, os acercamos al hospital y de camino vamos a ver a tu hermana, si a ti te parece bien Laura –dijo mientras me miraba, yo indecisa miré a Sergio y con su mirada me dijo: haz lo que quieras, como no quería ser descortés acepté.

[…]

Una vez que Sergio y yo estuvimos algo separados de sus padres mientras andábamos por los pasillos del hospital:

-Entraré yo primero, quédate tú con tus padres un momento, cuando te llame entras tú para presentarte, oficialmente aunque ya te conocen. Cuando estés conmigo que le decimos a mis padres que los tuyos están aquí y los presentamos ¿te parece?
-Lo que a ti te parezca bien, a mí también dijo mientras me daba un beso en la cabeza y pasaba su brazo sobre mi hombro.

miércoles, 19 de enero de 2011

Capitulo 7.

CAPITULO 7

-¿Dónde estáis? ¡No me lo dicen!
-Sexta planta cariño, sube que yo te busco en el ascensor –dijo con voz sofocada-

Subí rápido, se me olvidó que tanto Sergio como Alberto venían, pero alguien me abrazó por detrás y recordé que estaban allí.

Vi a mi madre corriendo por el pasillo, si a lo lejos ya le vi los ojos rojos imaginé que de lejos sería peor. Venía con las zapatillas de casa, y un moño destrozado, todo le pillaría de repente, me era familiar esa escena.
Corrí hacia ella, la abracé y me llevó hasta donde estaba Sofía, sabía que Sergio y Alberto estaban allí, porque escuchaba sus pasos al mismo ritmo que los de mi madre y los míos. Ni si quiera se me pasó por la cabeza pararme a preguntarle a mi madre que había pasado mientras andaba, bueno, corría por los pasillos del hospital. Pasillos de paredes blancas con una franja de azulejos y unas luces alargadas y muy fuertes para mi gusto. Algo que me llamó la atención es que era muy concurrido, la gente no dejaba de pasar y pasar, además de que había gente en camillas y sillas de ruedas esperando que alguien les atendiera, esperaba que ese no fuera el caso de mi hermana, no era por ser egocéntrica, pero es normal pensar primero en mi hermana antes que los demás. Me sentí mal por eso, porque había niños mucho más pequeños que mi hermana con unas caras muy malas, no sé si era porque estaban así, o que con la rapidez a la que corría no me daba tiempo a verles bien.
Llegamos casi al final del pasillo, a una de las últimas habitaciones, mi madre entró en seguida y yo también, pero les pedí a Sergio y Alberto que esperasen fuera un momento, que volvería a salir en un momento.

Entré a una habitación que estaba sumergida en la oscuridad, pasé de la puerta y avancé por una especie de pasillo, no era un pasillo en toda regla porque no había paredes, si no simples cortinas que separaban la habitación en cuatro mini estancias. Seguí a mi madre que se metió entre las cortinas de la última estancia a la derecha, la que daba a la ventana. Aparté las cortinas con las manos y vi a mi hermana tumbada en una camilla con los ojos cerrados y con tubo pinchado en su mano izquierda, mi padre estaba sentado en un butaca que se levantó y me abrazó. Mi madre se acercó por el otro lado y le cogió la mano. La miré, tenía esa cara placentera que una pone cuando duerme sin ninguna preocupación, si supiese que estaba hospitalizada y la cara que tenía seguro que no ponía esa cara, pensé. Su cara era todo magulladoras y restos de sangre.

-Esta sedada, para evitar que le duela, por eso duerme –dijo mi madre de repente-

Entró una enfermera y la verdad es que no me quería enterar de que le pasaba por una chica rubia  que llevaba un traje de enfermera, prefería enterarme por mis padre.

-Cuando termine la enfermera, ¿puedes salir, por favor? –le dije a mi madre mientras iba saliendo de la habitación-

Al salir de la habitación vi primero ha Alberto, vino hacia mi y me abrazó, al lado pude ver a Sergio como me miraba triste pero a la vez sorprendido, era solo un abrazo pensé., por lo que al momento me separe de Alberto y fui a darle un abrazo a Sergio. Ahora veía a Alberto mirarnos celoso, ¿Qué era una moda ponerse celoso?, pensé. Mientras abrazaba a Sergio salió la enfermera y acto seguido mi madre, que me vio abrazada a Sergio.

-Bueno ¿Qué ha pasado? –le pregunté a mi madre-
-La han atropellado
-Hasta en eso se tiene que copiar, no tiene arreglo esta niña –dije con un tono serio-
-¿Copiarse? ¿De qué estás hablando? –me miró con cara rara-
-¿Es que no te das cuenta? Siempre lo hace todo como yo, mamá, ¡TODO!. Si no me apetece cenar, ella tampoco, si me leo un libro ella también, si salgo esa noche, ella también. Lo hace todo como yo, incluso esto.
-Eres su hermana, ¿Qué esperabas? Eres su modelo a seguir. Mira mejor hablamos de esto, y del otro –miró a Sergio y Alberto- en otro momento –me miró con mala cara-
Tiene, bueno, ya le has visto la cara, y tiene el brazo torcido, aunque la enfermera ha dicho que vendrá el médico a verla.
-Uf, podía haber sido peor. ¿Cómo pasó?
-Cruzando por el paso de peatones, un hijo de su madre, se saltó el semáforo. Lo peor es que salió corriendo con la moto, no sabemos nada de él, pero han dicho que la policía vendrá ha hablar con Sofía cuando esté mejor para ver si vio la matrícula o si se acuerda de algo.
-Como que en ese momento lo único que pensó Sofí era en mirarle la matrícula –dije con un tono un poco sarcástico-
-Da igual Laura, el caso es que vendrán y punto. Esta noche nos quedaremos papá y yo aquí, por si vienen los médicos a revisarla o por si se despierta ¿vale? Espero que no te importe quedarte sola, y si mañana quieres venir antes de las clases, ven y te acercamos en un momento al instituto.

Simplemente asentí. […]

-¿A ti también…? –No terminó la frase Alberto-
-¿Me atropellaron? –lo miré y el asintió- Sí –respondí secamente-
-Pero… ¿Cuándo? –Preguntó mientras los tres andábamos por la calle en dirección a mi casa-
-Cuando estaba en 6º, con 11 años. –Hubo un silencio y comprendí que lo que querían era que lo contase- Estaba con mis vecinos, dado vueltas a la manzana con la bici. En una de las esquinas había una furgoneta y no podía ver si bajaba algún coche, así que, seguí, y luego lo único que vi, es a mí en el suelo y a un hombre salir del coche y decir: ‘Eres tonta o qué niña’. Encima de todo me echaba a mí la culpa. Acabé todas estas malditas cicatrices que tengo en la cara –señalé las cicatrices- además de otra en la rodilla por clavarme un cristal, la rodilla fuera de si sitio aunque luego me la colocaron, con el cóccix bastante dolorido, y la mitad del pelo que tenía antes de que nada de eso ocurriera.
Lo peor para mí son las cicatrices, que por mucho que lo intenté estarán ahí toda su vida, y no me hace ninguna gracia.
-Bueno, y al final ¿Qué pasó con ese tío tan imbécil? –Preguntó Sergio-
-Básicamente, acabó con la luna del coche destrozada, porque metí la cabeza y me indemnizó.

Por el camino a casa, Alberto se desvió a la suya y yo seguí andando con Sergio hacia casa. Hablando sobre lo que pasó, extenderlo más contando más detalles, aunque mi explicación anterior lo recogía todo básicamente.
Era ya bien entrada la noche, a mí no me esperaba nadie en casa, y a él tampoco, bueno a él sí pero no tenía que volver a ninguna hora en especial. Empezó a nevar cuando todavía quedaba un poco para llegar, Sergio dio la opción de ir en taxi o en bus, pero prefería sentir como los ligeros y blancos copos caían sobre mi cabeza. Al final nevó tanto que decidimos echar una carrera hasta casa, donde una vez allí advertí de que lo mucho que había caído en tan poco tiempo sirvió para dejar totalmente los árboles cubiertos por una capa de nieve. Una pena que Sofí no pudiese verlo.

-Espero que siga nevando esta noche y así mañana sea imposible llegar al instituto –comenté mientras me subía al primer escalón de las escaleras que daban a mi casa, para así poder ponerme a la altura de Sergio-
-La verdad es que no sería mala idea, así te llevaría a la Sierra, pero me aseguraría de que no te cayeses y me provocases a mi un accidente –dijo en un tono divertido-
-Ja, ja  muy gracioso tú. Pero sería un buen plan sí. –Asentí mientras admiraba el color de sus ojos verdes-
-Hasta que no me lo has dicho no las había visto –yo no sabía a que se refería por lo que mi cara le expresaría que no tenía ni idea de que era- las cicatrices de la cara digo.
-Pues están ahí –se las señalé una a una- y me da avergüenzan.
-No debería

Enseguida fue besando una a una todas las cicatrices de mi cara e insistió más en las de la boca hasta que acabamos besándonos bajo la nieve. Todo parecía una película si no fuera por lo de Sofía, ¿Cuándo tocaría la parte triste, cuál sería el final feliz? No quería pensar en eso solo disfrutar del momento.

Esa noche se quedó conmigo, simplemente nos quedamos dormidos mirándonos el uno al otro.

jueves, 6 de enero de 2011

Capitulo 6.

CAPITULO 6

Me metí en su cama, era muy calentita, además estaba él por si me entraba frío.

-¿Eres cociente de que eres el primer chico con el que me “acuesto” –cuando dije eso, le hice las comillas con los dedos- el mismo día que dice que me quiere?
-No era cociente, pero era un posibilidad, además no voy ha hacer raro si eso lo que te preocupa-
-Eso no me preocupa, confío en ti- en el momento pensé que sonaría un poco ñoño, y así era, pero era verdad

[…]

Estuvimos hablando hasta que nuestros ojos ya no pudieron mantenerse abiertos. Esa misma noche soñé con él, yo no sabía que pasaba por su cabeza, si de verdad me quería como había dicho o si solo me quería para matar el tiempo libre…no lo sabía pero debía confiar en su palabra.

Nos levantamos a las ocho, nos pusimos una alarma para que a mi me diera tiempo a llegar antes de que mis padres se levantaran y que ni se enteraran de que me quedé fuera a dormir, y para que a él le diera tiempo a recogerlo todo antes de que esa mañana llegasen sus padres.

Le ayudé poco a recoger ya que yo también tenía prisa, no habíamos quedado en llamarnos no nada, así que me fui a casa. Llegué, entré silenciosamente, apenas se escuchó la puerta. Advertí de que no había nadie despierto, ni la perra, así que fui en busca del móvil de mi madre, y vi que mi mensaje todavía no lo había visto, así que lo borré sin dudarlo, así no sabría que me quedé allí a dormir. Entré a mi habitación, me quité el vestido, totalmente arrugado, lo colgué en una percha y me volví ha acostar estaba reventada, tan cansada que ni soñé.

[…]

Me levanté sobre medio día, me esperaban para comer, y durante la comida mis padres…

-¿A qué hora volviste? No te escuchamos –dijo mi madre
-Uf, llegué súper tarde, más o menos, a las cuatro largas

No me pillaron, ni si quiera se imaginaron que llegase más tarde. Cuando terminé de comer me llamó Carmen, he hicimos unas llamada 3 con Silvia, así que, se lo conté, todo, de todo, lo que pasó en la fiesta. Y como no la respuesta de ellas fue: “Pues si que has tardado mona” A parte de eso, se alegraron por mí, pero me dijeron que tenía que presentárselo, y empezaron a hacer muchas preguntas sobre él, algunas eran tan raras que ni sabía responderlas.

Ese fin de semana no hablé con él, lo llamé un par de veces, pero no me lo cogía, no quería ser insistente, pero ya me estaba montando yo sola en mi cabeza ideas de porqué no me cogía el teléfono, algunas de las cuales eran: que era su pasatiempo y me quería para cuando estuviese aburrido; que se hubiese perdido el móvil con el lio de la fiesta; y cosas así. El caso es que ni lo vi, ni pude hablar con él.

[…]

Otra vez empezó la semana, y seguía sin poder hablar con él, pero un día sorprendentemente estaba en la puerta de mi instituto, esperándome, no sabía que hacía allí, pero la reacción que tuve fue ir a por él y besarlo. Sentí ojos clavados sobre mi espalda, y cuando me giré estaban allí mis amigas, y no tuve otra que presentárselo. No es que no quisiera presentárselo, si no que, con lo alocadas que eran no querían que digieran nada fuera de lugar.

Una vez que ellas se fueron, ya pude hablar con él tranquilamente:

-¿Cómo es que has venido? –le pregunté-
-Es que un chico, ¿no puede venir a ver a su novia?
-Claro que puede, lo que pasa que me has sorprendido porque como no respondiste a mis llamadas, pensé que me utilizaste para no aburrirte o se te había perdido el móvil, o yo que se –le confesé- muchas ideas se me pasaron por la cabeza
-¿De verdad piensas eso de mí? Que te engañaría con cualquier otra –me miró-
-No, pero demasiadas malas experiencias.

A partir de ahí, mientras andábamos a algún sitio a comer, le conté algunas de las experiencias había tenido con otros chicos y también me explicó porque no respondió: Sus padres, llegaron antes de lo previsto, vieron el desorden por la fiesta y le castigaron, le quitaron el móvil y sin salir.
Pero ya no estaba castigado, así que me invitó a comer, pasamos la mayor parte de la tarde juntos, nos tumbamos en un parque y allí nos quedamos, hablando, mirando al cielo y soñando despiertos.

Poco antes de que dijéramos de irnos, nos encontramos con Alberto, y teniéndolos a los dos juntos llegué a la conclusión de que eran prácticamente iguales: graciosos, charlatanes, guapos…No me extrañaba que fueran como uña y carne, más parecidos no podían ser.
Mientras hablaba con ellos mi madre me llamó:

-Laura –dijo entre soñozos-
-¿Mamá? ¡Mamá! ¿qué pasa? –me alarmé, mi madre mi llama, ¿y encima llorando? Algo había pasado.
-El hospital –dijo ella-
-¿El hospital?
-Ven al hospital, tu hermana, un… -rompió a llorar-

No lo dude ni un segundo, por muy poco que me quisiera mi hermana, por mucho tabarra que me diera, era mi hermana y yo la quería. Me levanté rápidamente, y al verme así, con cara de preocupación, y con las lágrimas a punto de salir de mis ojos, Sergio se levantó, me paró y me miró:

-¡Mi hermana Sergio! –dije casi gritando- ¡Déjame ir!
-Pero, ¿qué ha pasado? –me preguntó mientras me quitaba las lágrimas que ya se me habían escapado-
-No lo sé, solo me han dicho que estaba en el hospital.
-Vale, tranquila, cogeremos un taxi y estaremos allí en un momento, no está lejos de aquí –miró a Alberto- Nos tenemos que ir –le dijo-
-Os acompañó, si me dejáis claro –me miró y yo le asentí-

Hacía poco que conocía a Alberto, pero siempre que estaba con él me transmitía seguridad y comodidad. De camino al hospital solo pude llorar y pensar todos los casos por los que estaría en el hospital, y como siempre, me puse en lo peor. Siempre he preferido ponerme en el peor caso de una situación, así si no es tan grave me alegro, y si es grave, ya estaba preparada para ello, por ejemplo con los exámenes: Siempre pienso que he suspendido, de manera que si apruebo con buena nota me alegro, y si efectivamente he suspendido, no me apeno tanto.

[…]

Tras 15 min. que tardamos en llegar al hospital por culpa del tráfico, ya que en coche se tarda entre 5-10 min. bajamos del taxi lo más rápido que pudimos, llegamos a recepción y dí el nombre de mi hermana, no figuraba que estuviese en ninguna habitación, por lo que supuse que todavía no había llegado a la habitación. Llamé a mi mi madre y…

viernes, 31 de diciembre de 2010

Capitulo 5.


CAPITULO 5

Otra vez Alberto, el chaval no es que fuera mala persona, pero se volvía a veces pesado, y eso que solo lo conocía de un día, bueno de una tarde, así que imaginaros. Aunque eso se perdonaba porque era guapo. Le salude, le dije, otra vez, lo guapo que estaba y fui a ver a Sergio. Estaba ya abajo, fregando el suelo, como estaba de espaldas:
-A lo mejor de contrato de chacho para mi casa, se te da bien fregar –le dije y me reí, él se dio la vuelta y:-
-¡Alberto! Mira que te dije que no dejaras entrar a ninguna chica que fuese guapísima, que si no, no iba a ligar con ellas porque todos los chicos se le echarían encima –dijo mientras venía hacia mí, me besó en la mejilla. En ese momento se me puso la piel de gallina- Bueno hay que comprobar una cosa de tu vestido –me cogió un mano y me dio varias vueltas-
-¡Que así se me levanta el vestido! –le dije, parando de dar vueltas-
-Pero no se te ve nada, que era lo que había que comprobar. Si no más de uno mirará donde no debe –rió-
-Cerdo –le dije en un tono de enfado, pero no lo estaba-
-Soy un tío se supone que pensamos en esas cosas, además me preocupo por ti –sonrió-
Empezamos a prepararlo todo y sobre las once pasadas empezó a venir la gente, hacia las once y media ya estaba el bajo lleno, la música a todo volumen y todos estábamos bailando. Yo solo conocía a Sergio y a Alberto, quien me presentó a unas amigas suyas con la que estuve la mayor parte de la noche, eran súper simpáticas, se llamaban Raquel, Irene, Noelia, estaban en su instituto, aunque en distinto curso.
Toda, toda la noche bailando sin excepción, apenas parábamos a beber algo, o para ir al servicio, incluso nos inventamos un baile nuevo para una canción, y todos como si fuera una coreografía nos pusimos a bailarla.
Mis padres no me dijeron hora para volver, y como llevaba las llaves en el bolso, podría entrar silenciosamente sin que nadie se diese cuenta, además me iría cuando la gente empezase a irse, o cuando me hartase.
En toda la fiesta apenas había visto a Sergio, solo de lejos entre la gente, bailando o sirviendo bebidas, era buen anfitrión. Cerca de las dos, fui a tomarme un descanso, estaba cansada de bailar, además de que estaba roja, como siempre que hago ejercicio, por lo que subí por unas pequeñas escaleras que daban al patio, iba a sentarme en las escaleras que había frente a la puerta de acceso a la casa, cuando vi a alguien sentado allí. Estaba mirando hacia delante, hacia la piscina iluminada, y tenía un chaquetón puesto, no me extrañaba hacía frío y eso que yo venía caliente de bailar.
Conforme me iba acercando pude identificar a la persona que estaba sentada, por lo que sigilosamente fui por detrás, y le de un pequeño empujón para que se asustase. Allí estaba él, allí estaba Sergio.
Me senté a su lado, apoyé mi cabeza sobre su hombro, no dijo nada, solo estaba allí quieto como un maniquí, era extraño en él, por lo que, me puse bien, y el miré. Él que pareció no darse cuenta de mi presencia hasta que le miré, giró la cabeza hacia mí y me sonrió.
-¿Qué te pasa? ¿Salió algo mal en la fiesta? –le pregunté preocupada-
-No, no todo va perfecto
-¿Entonces?, ¿Qué pasa?
-Nada, solo pienso, en profundidad, por eso me quedo así –me sonrió y me abrazó- Ahora que te tengo tan cerca me doy cuenta de que tienes pecas, que guapa ella –dijo mientras se acercaba más para verlas y me tocaba la nariz-
-Y eso que se supone que las morenas no solemos tener pecas, soy una excepción a la regla. –le respondí- No te he visto casi nada por la fiesta –le comenté-
-Es que he estado pinchando un rato, después ocupándome de las bebidas, recibiendo gente y apenas me ha quedado para estar contigo que era lo que quería –confesó-
-Eres buen anfitrión, ¿querías estar conmigo?
-Sí, quería estar contigo toda la noche, bailar contigo, hablar contigo, todo contigo –me dijo mientras me miraba y me sonreía-
Me tumbé en sus piernas de modo que al tener la cabeza hacia arriba pudiera verle. Nos quedamos los dos mirándonos, el uno al otro durante un buen rato.
-Alegra esa cara –le dije- Queda mucho noche, o al menos queda tiempo hasta que nos eches, así que, vamos ha hacer lo que querías, vente a bailar conmigo –mientras me ponía de pie y le ofrecía mi mano para que se levantase-
-A ti no te pienso echar –dijo mientras cogía mi mano y se levantaba-
Bajamos, todavía cogidos de las manos, y nos pusimos a bailar, todas las canciones, bailando coordinados, como si fuésemos uno, ajenos a los demás, bailábamos nosotros, para nosotros. Reíamos, bailábamos, hablábamos, nos sonreíamos…Fue en ese momento en el que me di cuenta que simplemente no me gustaba Sergio, era algo más, algo que hasta ahora no me había hecho sentir nadie. No sabía si era amor porque nadie lo había y pocos los siente, por lo que no estaba segura de que era lo que sentía por él, pero me gustaba.
Cuando estábamos exhaustos fuimos a beber algo y después me llevó a la mesa de mezclas, iba a relevar a Alberto y de camino iba enseñarme a mí más o menos como funcionaba. En cuanto él se puso, todo cambió la gente bailaba más, la música era mejor, estaba claro que era mejor DJ que Alberto. Solo de verle, y de la felicidad del momento, no pude dejar de sonreír y reír ni un solo momento.
Sobre las cuatro de la mañana Sergio fue pidiendo a la gente que se fueran yendo, era tarde y él ya estaba cansado y con dolor de cabeza, así que me fui a despedir
-Me voy ¿vale? –le dije-
-No por favor, quédate conmigo esta noche –me dijo con una cara lo más sonriente posible teniendo en cuenta que estaba mal, según él padece jaquecas, y eso duele, y mucho-
-Es que mis padres no lo saben y no se si…-empecé a decir-
-Por favor
-Les dejaré un mensaje en el móvil para que lo sepan, pero si mañana me cae bronca será por tu culpa.
-Iré yo mismo para decirle a tus padres que era culpa mía –me dijo-
Una vez que ya no hubo nadie más, ni Alberto, nos quedamos solos, le dije de recoger, pero se sentía fatal, por lo que decidimos cerrarlo todo he irnos a dormir. Salimos por las escaleras que daban al patio, y mientras él cerraba esa puerta por la que habíamos salido, yo me acerqué a la piscina, quería probar el agua, aunque fuera principios de febrero quería ver como estaba. Metí la mano y, sorprendentemente estaba caliente, piscina caliente, estaba más que claro que Sergio no tenía problemas económicos.
Como estaba tan buena, me quité los tacones y metí los pies, necesitaba relajarlos, me dolían de tanto tacón y bailando. De repente, me di cuenta, ¿dónde estaba Sergio?, me giré pero no lo vi, así que supuse que estaría dentro y ahora vendría, o ¿pretendía dejarme ahí fuera con el frío que hacía?. El caso es que me quedé allí, jugando con los pies en el agua, moviéndolos, cuando de improviso ¡ZAS! Acabé en el agua. O me había empujado un fantasma o Sergio, y teniendo en cuanta las probabilidades de que un fantasma pudiese empujarme, opté por elegir la opción de que fuese Sergio. Efectivamente estaba ahí de pie fuera del agua mirándome.
-Ahora pensarás meterte tú ¿no?
-La idea es que acabases tú sola en el agua pero si insistes tanto me tendré que meter –me dijo y empezó a quitarse la ropa-
-Eh, eh, ¿Qué haces? La ropa puesta a mi me has tirado al agua con mi vestido –le repuse-
-Eso es verdad –se vistió de nuevo- cuidado que voy –avisó mientras se tiraba de cabeza junto a mi-
-Fui hacia él- ¿A ti no te dolía la cabeza?
-Es que quería que se fuesen y quedarme contigo-confesó mientras esbozaba una sonrisa-
-Maldito mentiroso, no me gustan las mentiras –le advertí-
-Ni a mi mentir, pero si es la forma de conseguir lo que quiero, debo hacerlo, además no hace daño a nadie –me sonrió-
-Bueno y si no es mucho preguntar, ¿Qué es lo que quieres? –le pregunté-
-Se acercó a mí tanto que podía sentir su respiración- A ti
-No dije nada, me quedé parada, mirándole a los ojos, esos preciosos ojos verdes-
-Y lo otro que quería hacer contigo, era esto –se acercó lentamente a mí, rozando sus labios suavemente con los míos hasta dos veces, y tras eso me besó, un beso no largo y brusco, sino corto pero apasionado; me parece que ya sabía lo que sentía por él-
-Deberíamos hacer esto más a menudo –le dije mientras le volvía besar dulcemente-
Estuvimos en la piscina mirándonos, besándonos, hablando, hasta que volvimos a recordar que estábamos en una piscina, y aunque estaba caliente el frío de fuera se notaba, porque entramos rápido a casa. Yo no tenía nada que ponerme para dormir, por lo que me dejó una sudadera suya, y con eso me apañé.
Me fui al baño, me sequé un poco el pelo, me cambié y dejé en el radiador el vestido para que por la mañana estuviera seco. Antes de salir, le mandé el mensaje a mis padres; me peiné, me miré y salí. Me dirigí al cuarto de Sergio y este doy unos pequeños golpes en la cama indicando que fuera allí a dormir con él

viernes, 24 de diciembre de 2010

Capitulo 4.

CAPITULO 4

Fui todos los días durante la semana que le quedaba estar en reposo, y después de eso fui también, no cada día, pero sí la mayoría.
Cuando llegaba a su casa estaba tumbado en el sofá, en una postura “sexy” , así todos los días. Le preguntaba cada día porque lo hacía y siempre respondía: “me gusta verte sonreír”.  Después de eso, me decía lo que tenía que hacer, era poco, un día recoger y limpiar el salón, otro los cuartos y así.

A mí de daba igual tener que estar quitando polco porque me entretenía hablando con él. Nunca dejábamos de hablar, siempre teníamos historias que contar. Como solí terminar no muy tarde, me quedaba con él, haciéndole compañía, nos ayudábamos a preparar exámenes que tendríamos pronto, o nos quedábamos hablando.
Cuando ya me tenía que ir, me despedía con un beso en la mejilla y me iba.

Hasta ahí todo normal, todos los días lo mismo, hasta que un día, al llegar a su casa y tocar, no me abrió la puerta él, me la abrió otro chico:

-No están mis padres en casa, ¡ah que de repente me he doblado el tobillo! ¿Quién me cuidará ahora? ¡Ah, ah como duele! –dijo el chico de la puerta sin decir nada antes-
-Mmm…lo haces mejor que Antonio Banderas, ¿te has planteado ser actor? –Dije al comprender la actuación-
-Si, pero como nadie me dice que soy guapo, pues no podré serlo, dímelo y me verás en Hollywood en menos de un mes
-La verdad es que era guapo, no tanto como Sergio pensé, pero era guapo, y dije: Uh eres guapísimo, ala corre Hollywood –dije entre leves risas-
-Bueno pues recuerda mi cara y mi nombre, Alberto, ya mismo serás la presidenta de mi club de fans –dijo mientras me dejaba entrar-
-Ajá, ajá, bueno actor, ¿dónde está Sergio? –Le pregunté mientras entraba y dejaba mi bolso en el sofá-

-Estoy aquí, en la cocina, ven –dijo y acto seguido fui en su busca-
-¿Qué estás haciendo? –le pregunté intrigada, ya que vi todas las puertas de los armarios abiertos-
-Estoy comprobando los víveres que tenemos, es que pasado mañana vienen ya mis padres, y como ya tengo mejor el tobillo, he pensado hacer una fiesta, a la que está más que invitada señorita
-Ah vale, gracias ¿cuándo es?
-Mañana viernes a eso de las 11 ¿podrás venir?
-No sé yo eh –vi como se giraba hacia mí y me miraba raro- tendré que mirar mi agenda –hice como si tuviera una en la mano y dije- bueno si podré hacerte un hueco en mi agenda –sonreí-
-Que susto me habías dado –me pasó el brazo por encima del hombro- Tenemos que ir de shopping a comprar cosas para mañana ¿vienes?
-Ya que estoy aquí claro –le sonreí y apoyé mi cabeza en su hombro-

-Bueno, bueno, esto es mejor que cualquier escena de 3 Metros Sobre el Cielo, madre mía, cuanto amor se puede respirar. Siento interrumpir, pero tenemos cosas que hacer, así que, si no os importa ¿podéis dejar la escena de amor para más tarde?-dijo Alberto apoyado en la puerta de la cocina-
-Supongo que ya conoces ha Alberto ¿no?
-Eso me temo –respondí yo sonriente-
-No, no soy simplemente Alberto, dile…-se quedo callado, supongo que iba a decir mi nombre, pero no se lo sabía, no se lo había dicho, asi que fui a responder cuando Sergio se adelantó-
-Laura imbécil, ya te lo he dicho bastantes veces –le miré, ¿cuántas veces habría hablado de mi?, no lo sabía, pero serían las veces que yo había hablado y pensado en él-
-Pues eso mismo, Laura, dile quien soy yo –mientras me miraba-
-Es el nuevo Antonio Banderas, un actor súper guapo, que en menos de un mes estará en Hollywood –dije con un tono pesado pero divertido-
-Bueno guaperas, andando –dijo Sergio-

Fuimos al supermercado, compramos todo lo necesario para una fiesta. Mientras comprábamos, yo creo que hacían un concurso de haber quien era el que hacía más el tonto, aunque no lo decían. A lo mejor uno utilizaba un jamón como guitarra, otro cogió melones y se lo puso como pechos, y así toda la tarde…


[…]

Era la noche de la fiesta, bueno la tarde, Alberto y yo fuimos antes para organizar un bajo de fiestas, (sí, tenían un bajo exclusivamente para fiestas, insonorizado, con luces y una barra). Colocamos las bebidas en cubos llenos de cubitos para que estuvieran frías, comprobamos que iba bien la mesa de mezclas (también, sí, tenían mesa de mezclas en las que Alberto, y sobretodo Sergio solían pinchar), etc…

Yo quería estar perfecta, me puse un vestido corto, blanco de palabra de honor que, a partir del pecho se iba haciendo más ancho, como si fuera un embudo, que justo debajo del pecho tenía un “cinturón”, era más bien como un lazo negro. A mí me encantaba ese vestido, lo conjunté con unos tacones negros, altos, pero sencillos, es decir, liso. Me recogí el pelo, con un moño, no el típico moño de gitana mal hecho que me suelo poner para estar por casa, sino un moño bien hecho, con estilo, mi estilo; y me puse unas sencillas pulseras de plata que no eran llamativas, si eran preciosas para mi gusto, me las regaló mi hermana un año por navidad, buenos mal que al menos tiene buen gusto en estas cosas mi hermana.

Estaba lista, así que me fui hacia la casa de Sergio, y cuando llegué…

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Capitulo 3.

CAPITULO 3

[…]

Paso aproximadamente una semana sin que nos viéramos, ni siquiera hablar por teléfono. Les conté a mis amigas el día de cine en su casa, y como era de esperar otra vez me dijeron que tenía que haberme lanzado. La verdad es que no sé como se puede ser tan salida y tan “fresca” pero lo cierto es que eran mis amigas y me encantaban ese lado picante que tenían. Además me amenazaron, sí, me amenazaron, dijeron que si pronto no pasaba nada buscarían su casa o su móvil y ellas mismas le llamarían, pero para que quedase con ellas.

La verdad es que soy bastante tímida cuando me da por serlo y me cuesta simplemente sacar una conversación, pero poco a poco tendría que quitarme la timidez de encima por lo que decidí llamarle, y por lo menos ver como iba su cuello y si tobillo. Eso ya era un tema, y si de ahí no salía otro que yo pudiera seguir tendría que inventarme cualquier cosa para poder hablar con él. Estaba decidida, esa misma noche le llamaría.

[..]

Llegada la noche cerré la puerta de mi cuarto, me tumbé en la cama, cogí el móvil y le llamé.

-Digamelón. –dijo-
-Jajaja –me reí- ¿siempre tan gracioso? –le pregunté intrigada-
-Ya lo comprobarás con el tiempo, ¿es que no te gustan lo graciosos? –preguntó-
- Al contrario –le corregí- me encantan los graciosos.
-Bueno, dime…¿a que se debe el honor de tu llamada? –preguntó entre risas-
-Se debe a que quería saber como vas con tu tobillo y tu cuello, además hacía ya tiempo que no hablábamos –le dije-
-Mmm…buena observación querida Watson –reí levemente- Estoy bastante bien, el collarín ya me lo quité ayer, y el tobillo, bueno, ahí está. Por lo menos está pegado donde debe estar.
-Me sigo sintiendo culpable que lo sepas –le confesé-
-¿Tú? Fui yo quien te partió el esquí, ¿recuerdas? Además a culpa fue de tu maligno esquí, fue lo que provocó que a ti se te escapara y que yo me tropezara –me dijo, y tras una breve pausa continuó- Pero debo agradecerle la caída, si no, no te hubiera conocido.
-Gran verdad, gracias maligno esquí –dije en broma y reímos suavemente- ¿Sabes una cosa?, ahora mis padres dicen que tendré que pagar yo el esquí, dicen que fue culpa mía no mirar si la fijación está bien. Y no se de donde voy a sacar el dinero, porque con lo poco que tengo, y lo poco que me dan a la semana, tendré que esperar meses para poder comprármelos.
-De nada –dijo-
-¿De nada? ¿Por qué? Si se puede saber.
-Porque tengo la solución a tu problemilla
-Entonces, sí, gracias. ¿Cuál es tu fantástica idea? –le pregunté intrigada-
-Como ya sabes mis padres están de viaje, y como mi hermano está por ahí perdido en vete a saber que país, estoy aquí más solo que la una. Ahora como soy minusválido temporalmente, mis padres mandan a una chica aquí a casa para que ordene un poco la casa, y me ayude en lo que pueda. Y aquí el hit de la cuestión, en vez de que venga esta chica, bueno esta mujer, ven tú, y así ganarás el dinero más rápidamente además de que harás compañía a un guapísimo chico minusválido.
-Me quedé pensativa un momento, la idea era tentadora y buena, además así podría estar más tiempo con él- La verdad es que es buena idea, pero tú deberías primero decírselo a tus padres, y yo a los míos, porque si no saben de donde saco el dinero se creerán que soy camello o algo así –reímos-
-Pues sabes tú que me gusta a mí la idea de verte como camello ¡eh! –comentó-
-Yo no me veo como camello, sería difícil hablar tan mal, además de peligroso por si te pilla la pasma –dije imitando a los camellos que se ven en las películas-
-Ah eso si que es verdad, si
-Tocan a la puerta de mi cuarto y entra mi hermana- Un momento Sergio –aparté el móvil de la oreja y lo tapé para que él no me oyera- ¿Qué quieres Sofí?
-La cena ya esta terminada –dijo mi hermana entrando bruscamente en la habitación-
-Vale, vale, cierra la puerta al salir, por favor –le dije mientras volvía por el teléfono- Ya está era mi hermana, lo siento. Tan simpática como siempre
-No pasa nada –dijo él- Seguro que será más simpática que mi hermano, era bueno, pero si le salía la vena borde, le salía bien.
-Ah ya te aseguro yo que no, la mi hermana es el odio puro en persona. Por cierto, antes has dicho que tu hermano estaba por ahí, ¿es que no lo sabes?
-Que va, tenía 18 años recién cumplidos cuando se fue de casa, y de eso hace ya 3 años. Y no se donde está por la sencilla razón de que no nos dijo donde se iba, además como hablaba varios idiomas puede irse donde le plazca. La última vez que hablé con él fue hace cosa de un mes, llamó desde un número raro, que no sabía ni a que país pertenecía. La verdad es que le echo de menos, me llevaba genial con él, pero entiendo por que se fue.
-Vaya lo siento, ¿puedo preguntar porque se fue?
-No es secreto de estado. Fue por evitar a mis padres. Son bastante difíciles de tratar sinceramente, yo seguramente cuando termine mi carrera también me vaya por ahí, ha algún país lejano.
-Pues el día que te vayas acuérdate de mí y llévame contigo que yo también quiero irme, donde sea, pero irme –le dije-
-Lo tendré en cuenta angelito –rió levemente cuando de repente se escuchó por mi lado del móvil:
-¡LAURA! ¡QUE TE VENGAS YA! –cuando me quiere mi hermana pensé-
-Me da la sensación de que te llama con mucho amor tu hermana –comentó-
-¿Sí? Ni me había dado cuenta fíjate –dije en un tono irónico- me llama para cenar, debería ir ya.
-Vale, no te preocupes.
-¿Te morirás de hambre si nadie te cocina? O ¿sabes hacerte algo tu solito? –le dije-
-¿Cómo te crees que he sobrevivido esta semana? Que aunque sea chico cocino de lujo, lo que pasa que como no puedo estar mucho en pie, pongo algo congelado en el microondas, y mientras se hace me siento, y cuando está listo, ¡para dentro! –Respondió con seguridad-
-Eso está bien, como diría mi abuela: “eres más apañado que las pesetas” –dije entre risas, y escuché al momento sus risas-
-Mucha razón que tiene tu abuela, soy apañado. Anda ve a cenar que me da que la próxima vez tu hermana cogerá una sierra en vez de chillarte-
-Sí a mi también me lo parece, le preguntaré ahora eso a mis padres. Díselo a los tuyos a ver que les parece ¿no?.
-De acuerdo, mañana te llamo y te digo, y tú me dices. Hasta mañana preciosa –al escuchar eso me sonrojé un poco, no soy precisamente una belleza, aunque he de admitir que las había mas feas.
-Adiós apañado –me despedí entre risas, y colgué-

Esa misma noche se lo conté a mis padres, y les pareció buena idea, porque así según ellos me haría más independiente y aprendería a valerme por mi misma. Eso son cosas de padres, el caso es que le pareció bien.

[…]

Al día siguiente, después de las clases, me fui a comer con Valen por ahí para después irnos de compras.
La verdad es que ir de ella de compras es como ir de pasarela, empezamos a probarnos un montón de modelitos y andar imitando a las modelos, la verdad es que me lo pasé genial. Mientras estábamos en plena “pasarela” escuché mi móvil. Sabía que era Sergio, pero no era llamada, si no mensaje y decía: “Les parece bien, y a mi mucho más, así que, ¿te viene bien pasarte esta tarde un rato a la hora que sea? Estaré toda la tarde, porque, como es evidente, no puedo salir. Te espero, adiós angelito”

martes, 21 de diciembre de 2010

Capitulo 2.

CAPITULO 2

Llegue a casa, me tiré a la cama, pensé a mis adentros, vaya dia: primero mis amigas me fallan, se me rompe el esquí (que dicen mis padres que tendré que pagar yo, y la verdad no se con qué dinero), y encima un chico se da la ostia de la semana por mi culpa.
Estaba reventada, solo quería dormir, pero primero quería ducharme y relajarme, una ducha con agua fría en pleno invierno, para poder ponerme pijama, sudadera, manta y todo lo que pille sin pasar frío.

Tras la ducha fría, se me despertó el cerebro supongo porque aunque mi cuerpo estaba cansado, no conseguía dormirme, así que me puse los cascos, unos nuevos que me había comprado y el ipod. Me puse música que me gustase, pero que no fuese muy activa, si no, se iba a dormir quien yo me sé.
No sé a que hora, pero me quedé dormida y me desperté porque escuché a mi hermana en el cuarto de al lado, hablando sin parar. Todas las noches hacía igual, habrá momentos para hablar con las amigas que a la una de la mañana. Miré el reloj, y efectivamente la una de la mañana, mi hermana parecía un reloj, puntual como siempre.

Salí de mi cuarto, toqué a su puerta y de repente, como siempre hacia, dejaba de hablar, apagaba la luz y se hacía la dormida. ¿Se cree que yo no tuve su edad y que no hacía esas cosas? De todas formas entré, la miré con el teléfono en la mano y dije:

-Bueno como esta dormida le voy a quitar el teléfono y asi no le molestará cuando duerma –mientras suavemente le quitaba el teléfono-
-¡¿Qué haces?! ¡que no me lo quites! –me gritó mientras me volvía a quitar el teléfono-
-¿Qué sueño más profundo que tienes no? –le dije con un tono sarcástico-
-Tu  si que lo podrías tener profundo y así me dejas hablar tranquila
-Es la una de la mañana en apenas siete horas vas a ver a la por culera de tu amiga, así que cuelga ya y mañana hablas con ella –la mire y sabía que le daría a otro botón simulando haber colgado, así que le dije- ¡Ahora! O no mejor dámelo yo le cuelgo –con un rápido movimiento se lo quité, me acerqué el teléfono al oído –Buenas noches Elo, mañana hablas con Sofía –y por fin se acabó la llamada.

Por si las moscas me llevé el teléfono. Salí del cuarto y como no, mi hermana puso su supuesta “carita de cachorrito” que debería dar pena, pero a mi me da pena de lo mal que la hace, así que, por fin podría dormir bien.

Como cada mañana, la alarma del teléfono me tocó a las siete. Me lavé la cara, me vestí, me puse mis collares de siempre, el que tiene mi nombre y el del símbolo de la paz. Me peiné, me miré en el espejo para darme un último repaso. Metí los libros en el la mochila, cogí el ipod, para ir escuchando música durante el camino al instituto. Como iba un poco tarde, como la mayoría de días, bajé a la cocina y me cogí tres galletas que me tomaría por el camino y me bebí rápidamente un vaso de leche.

Mientras salía por la puerta cogí el chapetón, después el ipod, y lista, ha andar rápido para el instituto.

Llegué justa como siempre, pero no llegué tarde. A primera hora tenía matemáticas, entre que me costaba concentrarme y que eran apenas las ocho y cuarto de la mañana, no pude prestar atención, por lo que me puse ha hablar con Silvia y Valentina, les conté el domingo de esquí, lo de la caída del chico. Como era de esperar, por lo salidas que están me dijeron: “tenías que haber quedado con él”  otra me dijo: “te tenías que haber liado con él” Buenos mal, que al menos una de las tres amigas era la sensata, lo malo es que me tocaba ser a mi a mí.

Menudo día, se me hizo más que eterno, además tuve examen de inglés, no me acordé o no lo sabía, bueno no lo sé, pero me salió perfecto, como todos los exámenes de inglés para los que nunca estudio.

De camino a casa, me sonó el móvil, casi ni lo cogo, no sabía donde lo tenía, si en la mochila o en la chaqueta, no lo encontraba, pero al final:

-¿Si? –respondí
-¿Servicio de ángeles del cielo? –dijo alguien, que solo por lo que había dicho ya sabía quien era, Sergio-
-No se ha equivocado, este es el del infierno, ¿le doy el número del cielo? –me reí-
Rió el también y acto seguido dijo- Hola Laura
-Hola respondí ¿Cómo estás? –pregunté?
-Peor que tú, soy yo quien lleva el collarín y la venda. Además me parece que mañana ya no iré a clase, no sabía lo costaba ir por ahí con las muletas. Esta semana, me quedaré en casa y así reposaré. –dijo-
-Siento que te pierdas clases –dije mientras andaba por la calle- espero que no tuvieras exámenes esta semana, si no, no los podrás hacer.
-Eso es lo que menos me preocupa a mi creeme –reimos suavemente los dos a la vez- Lo mas preocupante es que no voy a poder salir, entonces no voy a poder invitarte a salir por ahí, a no ser claro que vengas a mi casa y así de camino me cuides un poquito, que soy un pobre minusválido temporalmente-me dijo en un tono divertido-
-¡Uh! Eso un problema grave si, entonces ¿que opción me queda a mi? –le repondí-
-Pues vas a tener que venirte esta tarde a mi casa, lo siento pero es así, además te vas a tener que traer una peli para ver, porque hasta que pueda ponerme en pie, no voy a poder llevarte al cine –repuso-
-Bueno, ¿a que hora es la sesión de cine?
-La peli empieza a las siete, así que ven sobre esa hora, ¿te parece? –pregunto-
-Tendré que sacrificarme por un minusválido –me reí, y de fondo escuche:
-Já já muy graciosa angelito. Nos vemos esta tarde entonces. Hasta luego
-Adiós Sergio –dije mientras colgaba y sacaba las llaves de la casa, que acababa de llegar-

Cuando llegué a casa comí, vi un poco la televisión y enseguida me puse ha hacer mis cosas. Tenía cosas que hacer y si quería dejar las cosas hechas antes de ir a casa de Sergio, tenía que hacerlas rápido.


De camino a casa de Sergio, estaba recordando las escasas conversaciones que habíamos tenido, y en ninguna de ellas me dijo que edad tenía, hoy podría preguntárselo. Cuando llegué a su casa, la vi diferente a la noche anterior, a lo mejor es que al ser de día la veía diferente, pero estaba super chula, era una de las casas antiguas dol siglo XVIII más o menos, era una sola casa, no era un edificio, era adosado como mi casa. Por lo poco que recordaba del salón aparte del gran sofá, me parece que debía ser grande, ya que por aquella época los señores de dinero se hacían unas casas de tamaño considerable.
Toqué a la puerta, y escuché un: “¡VOY!” Soy un minusválido y necesito mi tiempo. No pude reírme, y espere que me abriera. Cuando le vi, lo unico que pude pensar fue: WUAU! Que se había hecho que estaba más guapo que ayer, y eso que ayer ya estaba guapo, despeinado, pero guapo.
-Hola –le dije sonriente-
-Hola –dijo, no dijo nada más, no nos movidos y ya dije yo:
-¿Puedo pasar?
-Si perdona, es que estaba mirando lo guapa que estás –me sonroje un peli, y abrió mas la puerta- pero de todas formas a no ser que seas un vampiro entras sin invitación.
-No, no lo soy, pero ya me gustaría más de una vez, poder leer la mente de los demás como Edward Cullen –me reí-
-Bueno pues hasta que se haga de noche, no te acerques a la ventana por si alguien te ve y se enamora de ti y de tu belleza –sonrió-
-¿Y eso sería mal? –le mire-
-Si –asintió lentamente-
-¿Y por qué sería malo?
-Por si ocurriera ya no tendría nada que hacer por ti –me sonrió-

No lo pude evitar, me sonrojé un poco, un chico tan guapo, y simpático no te halaga todos los días. Le dí la película, bueno las películas, no sabía cual querría ver, así que lleve unas cuantas y que él eligiera.
Mientras el preparaba palomitas, yo miré por la ventana de la cocina, grande, más bien, era una puerta de cristal, ya que daba a un patio trasero donde había una moto, era como la de los moteros, pero moderna y menos motera por decirlo de alguna manera.
-¿Es tuya? –le pregunté mientras la señalaba-
-Es de mi padre, pero como está rota y no la coge, la estoy arreglado para poderla usar yo, ¿te gusta?
-La verdad es que si, esta muy chula –me acerque un poco a él- entonces eres un manitas no?
-No muy bueno –se giró para mirarme y luego volvió a las palomitas- pero lo intento.

Las palomitas ya estaban, asi que volvimos hacia el salón. Y si os lo preguntáis, sí, era un salón bastante grande, moderno, pero a la vez acogedor, muy acogedor. Se sentó en el sofá con la pierna estirada, y yo me senté a su lado, y mientras se ponía la película le pregunté lo que todavía no sabía:

-Por cierto Sergio, ¿Cuántos años tienes?
-Los que tu me parece a mi, 17
-Pues si, los mismos entonces, haces segundo de bachiller ¿no?
-Si, hago humanidades, porque me gustaría estudiar filología inglesa, me encanta el inglés –me dijo- ¿y tú?
-Yo hago ciencias puras, quiero estudiar ingeniería de la edificación o algo así, arquitectura en palabras normales. Me encanta a mi también el inglés y la verdad es que la segunda opción de carrera que quería, era la misma que tú –le dije-

Empezó la película, así que dejamos de hablar, vimos El diario de Noa, que casualmente era su, y mi película favorita. Los dos como tontos, en el final, nos pusimos a llorar, me sorprendí no siempre se ve llorar a un chico con la película. Lo que me demostró lo sensible que podía llegar a ser. Durante la película apenas hablamos, algún que otro comentario, pero nada más.
Cuando acabó, me quedé un rato, muy poco ya que tenía que irme enseguida. A las diez me fui. Le ayude a quitar la película y a lavar el cuenco de palomitas, me despedí de él con dos besos y me despedí:

-Hablamos pronto –le dije mientras andaba por la calle, él me gritó:
-¡No lo dudes! –me volví y le vi sonriendo mientras lentamente cerraba la puerta conforme nos perdíamos de vista.