miércoles, 30 de noviembre de 2011

Capitulo 10.

Siento haber tardado en escribir uno nuevo, pero ha sido porque no me he puesto, por vagueza o falta de tiempo, pero ahora espero escribir mas.
___________________________________________________

Cuando entramos en una cafetería para tomar un café, con todas las luces que allí alumbraban advertí de que no sufría ni un simple arañazo, había salido ileso. Yo todavía estaba un poco impactada, nunca había visto esa faceta suya y ni si quiera sabía como escondía tanta fuerza.

-¿Cómo has hecho eso? –le pregunté mientras nos sentábamos en una mesa-
-Tú eliges, el chico lo hace y pagas –dijo en un tono divertido mientras sonreía-
-¡Eso no bobo! Lo que ha pasado ahí fuera.
-Nada, unos imbéciles se han metido con la chica equivocada, y ya esta.
-Quiero decir, esto…no sabía que supieses pelear así,  bueno no ha sido como los luchadores profesionales, ha sido más como defensa. ¿Dónde aprendiste eso?
-Estuve tomando clases de karate cuando era pequeño, empecé con cuatro años y lo dejé a los diez. Quieras o no, en seis años te da tiempo ha aprender muchas cosas sobre defensa. Además siempre he pensado, que en una pelea gana siempre el que se defiende y no el que ataca, y una prueba de ello, ha sido esto.
-Otra cosa más en común, yo también hice karate, empecé un tiempo, luego me casé y lo dejé. Cuando me mudé volví ha dar clases, me cambiaron la profesora y lo dejé, me volví a mudar y empecé de nuevo…El caso es que nunca pasé del cinturón naranja, así que, no avancé mucho

[…]

Casi se nos pasa la hora hablando, y casi no llegamos a tiempo a la película. Como era de esperar apenas vimos la película, pero la trama principal la cogimos.

Pasaron las semanas, tranquilas sin apenas problemas, mayoritariamente porque estábamos estudiando la mayor parte del tiempo, teníamos los exámenes a finales de mayo y principios de junio. No se porque nos juntábamos a estudiar si nuestras asignaturas eran opuestas totalmente, él estudiando a memorieta, y yo haciendo problemas matemáticos para entenderlo todo. El caso es que descubrimos que tanto uno como el otro sabíamos bastantes cosas de las asignatura del otro. A lo mejor en un futuro hasta fundábamos una empresa constructora internacional y él sería el traductor y relaciones públicas. Después de comer, cuando no podíamos estudiar de la vaguez que sentíamos nos tumbábamos en la cama y pensábamos en el futuro, algunos dicen que eso daba malfario, pero a nosotros nos alegraba pensar en un futuro en el que los dos estábamos juntos. Además teníamos que pensar en esas cosas ya que el curso siguiente entraríamos en la universidad y teníamos que ver donde la haríamos.


-Este fin de semana no tenemos examen de los que preocuparnos, por fín –dije aliviada ya que podría pasar un fin de semana tranquila, sin preocuparme por estudiar-
-Sí, y tengo una idea
-Sorpréndeme –aunque ya lo estaba-
-A estas alturas, ya va haciendo calor ¿no? –yo asentí- Bueno pues mi padre tiene un piso en la playa y nos lo ha dejado para este fin de semana, pero si quieres venir claro –dijo ahora mirándome preocupado por si me negaba.
-Claro que quiero

Lo estuve pensando detenidamente esa noche, por si ese viaje tenía una función especial, y la verdad es que se me pasan varias ideas por la cabeza. Nunca hablamos del tema de hacerlo, y este fin de semana, nosotros dos solos, en un apartamento, y con estas edades, es de esperar que pase. Si lo hacíamos sería mi primera vez, y con él. No quería darle muchas vueltas al tema, así que, me mantuve ocupada todo lo que quedaba de semana, bien estudiando, o de compras para ese fin de semana.
No lo ví en toda la semana, y hablamos solo una vez por teléfono. Era jueves y tenía que saber si el plan de fin de semana juntos seguía en pie.

-Hola, soy yo –dije instintivamente por si no sabía quien era, cosa poco probable ya que tenía mi número guardado.
-Hola preciosa, se que eres tu.
-¿Sigue en pie lo del fin de semana?
-Claro, pero como no hemos hablado esta semana, creí que no te apetecía y por eso me evitabas
-No te evitaba, evitada pensar –le confesé
-Pensar sobre ¿qué?
-Bueno me da un poco de vergüenza decirtelo
-No debería ser así, soy yo no un desconocido, espera ¿es que has matado ha alguien? –él y sus bromas, eso me recordó que le quería, que era él y que podía contárselo-
-Muy gracioso, eso te gustaría ¿eh?. Tener una novia asesina.
-Uf si, me pone solo de pensarlo. Pero no me cambies de tema
-Has sido tu pero bueno, da igual. Que vamos a estar los dos solos, en tu apartamento, todo el fin de semana, y bueno pueden ocurrir muchas cosas. –le digo nerviosa-
-¿Cómo cuales?
-Cometer un asesinato no te digo, sabes a lo que me refiero
-Touché –escucho como se ríe- creo que me hago una idea, no te preocupes cielo no haremos nada que no quieras, prometido.
-No hace falta que lo prometas, confío en ti. Pero no tanto en mí.
-Bueno yo si confío en ti también y eso tendría que suficiente ¿no?
-Sí, supongo que sí.
-Vale pues deja de preocuparte porque no hay razón para ello. Estate preparada, cuando termines de comer, me das un toque y te voy a recoger a casa.

[…]

Así hice, increíble, sabía que tenía dinero, pero no como para eso. Viene a recogerme en limusina, nunca había montado en una.
Cuando llegamos a Torremolinos, llegamos a una urbanización preciosa, enorme, en primera línea de playa. Su portal el 8, subimos al tercero para dejar las maletas y volvemos a bajar para enseñarme la urbanización y la zona.
Dos piscinas, todo más verde que el Central Park , un parque para los peques. Y lo major, acceso directo a la playa. Si por mí fuera viviría allí.
Propuso subir, cambiarnos para ponernos algo más frescos, porque allí hacía bastante más calor, apretaba el sol y eras todavía las siete de la tarde. Me enseñó el piso, ya que dejamos las maletas en la puerta. Un saló enorme con una puerta del suelo al techo corredera, dos habitaciones (supuse que la suya y la de su hermano), un dormitorio más grande de matrimonio y dos cuartos de baños. Como un piso normal, si no fuera porque todo era más grande de lo normal.

-Este fin de semana, nuestra habitación, será la de matrimonio, siempre he querido dormir aquí. –más leña al fuego pensé mientras él cogia un vaquero que le llegaba justo por encima de la rodilla y una camiseta blanca, olguera de cuello de pico, se ponía sus marineras, cogía sus gafa. –Voy a bajar para preguntarle al conserje cuando abren las piscinas, subo enseguida y nos vamos a tomar algo por ahí ¿vale? –se acerca a mi y me besa en la cariñosamente.

En función de su ropa, me hice una idea de que ponerme yo, no sabía donde me llevaría, así que un vestido casual con unas sandalias lo vi oportuno. Para cuando él volvió yo estaba cepillando mi pelo, cogí mi gorro, las gafas y nos fuimos.

Hasta que tuvimos ganas de tomar algo paseamos por el paseo marítimo, nos entreteníamos viendo a los artistas que hacía figuras de arena en la playa, a los que hacían esos retratos de la cabeza grande, que por cierto nos hicieron uno, o regateando con los de color que vendían cosas de “marca” para luego no comprar nada.
Acabamos cenando en un chiringuito en frente de la urbanización, parecía que Sergio era conocido por aquella zona, todos los camareros se pararon a saludarle y hacerle miraditas cuando me veían. Sentía que además del calor que hacía mis mejillas enrojecía tímidamente. Nos inflamos del pescado tímico de allí, gambas, espetos, calamaritos, boquerones, rosada y un largo etc.
Después para ponerle la guinda al pastel nos fuimos a uno de los 9 pubs que había en los bajos de la urbanización, en dirección a la playa. Nos tomamos algún que otro mojito, más de uno porque conocimos a un grupo de gente que podrían tener un par de años más que nosotros aunque no se notaba esa leve diferencia de edad.

Cuando quisimos darnos cuenta eran las 4 de la mañana y no estábamos precisamente para seguir una línea recta.
-Parece que por aquí eres muy conocido- le dije mientras habría la puerta del apartamento y me dejaba pasar-
-Cuando pasas todos lo veranos de tu vida aquí te conocen quieras o no. Ya mismo te conocerán a ti, si vienes conmigo este verano –dijo mientras cerraba la puerta y echaba la llave-
-Eso me gustaría –me acerqué y lo besé.

Entramos en la habitación, me quité primero las sandalias, entré en el baño para lavarme los dientes, me eché un poco de agua en la nuca al recogerme el pelo con una cola, porque incluso a las 4 de la mañana hacía un calor infernal. Cuando salí del cuarto de baño él ya estaba sin zapatillas y quitándose la camiseta.

-Que sexy a la luz de la luna –le bromeo, aunque era cierto, la lua de la luna le daba en todo el cuerpo, oscurecía sus ojos pero resaltaba su cuerpo.
-Veremos tu ahora cuando te quites ese vestido, señorita. –me dijo mientras reía levemente.
-Es que ¿no te gusta?
-Al reves, me encanta y te queda genial –dijo mientras se acercaba y me quitaba lentamente el vestido- pero así estás mejor ahí que reconocerlo –instintivamente me llevé los brazos a la barriga, nunca he estado contenta con mi cuerpo y eso que siempre me han dicho que ni me sobra ni me falta nada –eh, ¿Qué pasa?
-Nada no me gusta mi cuerpo
-A mí sí, y mucho –respondió mientras daba lentamente pequeños besos por el cuello y después por la boca.

Le seguí el juego, seguiamos besándonos cuando caímos a la cama. Me besaba desde el cuello al ombligo. Estaba claro, hoy era el día. Él me quitaba los tirantes del sujetador y yo a él le desabrochaba el pantalón, lo que quedaba para quitarnos esas prendas lo hizo cada uno.
Sentía que se me aceleraba el corazón, que ardía en deseo y que él sentía lo mismo. Al principio fue un poco doloroso como me había imaginado, pero después fue la noche más placentera de mi vida.