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Cuando entramos en una cafetería para tomar un café, con todas las luces que allí alumbraban advertí de que no sufría ni un simple arañazo, había salido ileso. Yo todavía estaba un poco impactada, nunca había visto esa faceta suya y ni si quiera sabía como escondía tanta fuerza.
-¿Cómo has hecho eso? –le
pregunté mientras nos sentábamos en una mesa-
-Tú eliges, el chico lo hace y
pagas –dijo en un tono divertido mientras sonreía-
-¡Eso no bobo! Lo que ha pasado
ahí fuera.
-Nada, unos imbéciles se han
metido con la chica equivocada, y ya esta.
-Quiero decir, esto…no sabía que
supieses pelear así, bueno no ha sido
como los luchadores profesionales, ha sido más como defensa. ¿Dónde aprendiste
eso?
-Estuve tomando clases de karate
cuando era pequeño, empecé con cuatro años y lo dejé a los diez. Quieras o no,
en seis años te da tiempo ha aprender muchas cosas sobre defensa. Además
siempre he pensado, que en una pelea gana siempre el que se defiende y no el
que ataca, y una prueba de ello, ha sido esto.
-Otra cosa más en común, yo
también hice karate, empecé un tiempo, luego me casé y lo dejé. Cuando me mudé
volví ha dar clases, me cambiaron la profesora y lo dejé, me volví a mudar y
empecé de nuevo…El caso es que nunca pasé del cinturón naranja, así que, no
avancé mucho
[…]
Casi se nos pasa la hora
hablando, y casi no llegamos a tiempo a la película. Como era de esperar apenas
vimos la película, pero la trama principal la cogimos.
Pasaron las semanas, tranquilas
sin apenas problemas, mayoritariamente porque estábamos estudiando la mayor
parte del tiempo, teníamos los exámenes a finales de mayo y principios de
junio. No se porque nos juntábamos a estudiar si nuestras asignaturas eran
opuestas totalmente, él estudiando a memorieta, y yo haciendo problemas
matemáticos para entenderlo todo. El caso es que descubrimos que tanto uno como
el otro sabíamos bastantes cosas de las asignatura del otro. A lo mejor en un
futuro hasta fundábamos una empresa constructora internacional y él sería el
traductor y relaciones públicas. Después de comer, cuando no podíamos estudiar
de la vaguez que sentíamos nos tumbábamos en la cama y pensábamos en el futuro,
algunos dicen que eso daba malfario, pero a nosotros nos alegraba pensar en un
futuro en el que los dos estábamos juntos. Además teníamos que pensar en esas
cosas ya que el curso siguiente entraríamos en la universidad y teníamos que
ver donde la haríamos.
-Este fin de semana no tenemos
examen de los que preocuparnos, por fín –dije aliviada ya que podría pasar un
fin de semana tranquila, sin preocuparme por estudiar-
-Sí, y tengo una idea
-Sorpréndeme –aunque ya lo
estaba-
-A estas alturas, ya va haciendo
calor ¿no? –yo asentí- Bueno pues mi padre tiene un piso en la playa y nos lo
ha dejado para este fin de semana, pero si quieres venir claro –dijo ahora
mirándome preocupado por si me negaba.
-Claro que quiero
Lo estuve pensando detenidamente
esa noche, por si ese viaje tenía una función especial, y la verdad es que se
me pasan varias ideas por la cabeza. Nunca hablamos del tema de hacerlo, y este
fin de semana, nosotros dos solos, en un apartamento, y con estas edades, es de
esperar que pase. Si lo hacíamos sería mi primera vez, y con él. No quería
darle muchas vueltas al tema, así que, me mantuve ocupada todo lo que quedaba
de semana, bien estudiando, o de compras para ese fin de semana.
No lo ví en toda la semana, y
hablamos solo una vez por teléfono. Era jueves y tenía que saber si el plan de
fin de semana juntos seguía en pie.
-Hola, soy yo –dije
instintivamente por si no sabía quien era, cosa poco probable ya que tenía mi
número guardado.
-Hola preciosa, se que eres tu.
-¿Sigue en pie lo del fin de
semana?
-Claro, pero como no hemos
hablado esta semana, creí que no te apetecía y por eso me evitabas
-No te evitaba, evitada pensar
–le confesé
-Pensar sobre ¿qué?
-Bueno me da un poco de vergüenza
decirtelo
-No debería ser así, soy yo no un
desconocido, espera ¿es que has matado ha alguien? –él y sus bromas, eso me
recordó que le quería, que era él y que podía contárselo-
-Muy gracioso, eso te gustaría
¿eh?. Tener una novia asesina.
-Uf si, me pone solo de pensarlo. Pero
no me cambies de tema
-Has sido tu pero bueno, da
igual. Que vamos a estar los dos solos, en tu apartamento, todo el fin de
semana, y bueno pueden ocurrir muchas cosas. –le digo nerviosa-
-¿Cómo cuales?
-Cometer un asesinato no te digo,
sabes a lo que me refiero
-Touché –escucho como se ríe-
creo que me hago una idea, no te preocupes cielo no haremos nada que no
quieras, prometido.
-No hace falta que lo prometas,
confío en ti. Pero no tanto en mí.
-Bueno yo si confío en ti también
y eso tendría que suficiente ¿no?
-Sí, supongo que sí.
-Vale pues deja de preocuparte
porque no hay razón para ello. Estate preparada, cuando termines de comer, me
das un toque y te voy a recoger a casa.
[…]
Así hice, increíble, sabía que
tenía dinero, pero no como para eso. Viene a recogerme en limusina, nunca había
montado en una.
Cuando llegamos a Torremolinos,
llegamos a una urbanización preciosa, enorme, en primera línea de playa. Su
portal el 8, subimos al tercero para dejar las maletas y volvemos a bajar para
enseñarme la urbanización y la zona.
Dos piscinas, todo más verde que
el Central Park , un parque para los peques. Y lo major, acceso directo a la playa. Si por mí fuera viviría
allí.
Propuso subir, cambiarnos para
ponernos algo más frescos, porque allí hacía bastante más calor, apretaba el
sol y eras todavía las siete de la tarde. Me enseñó el piso, ya que dejamos las
maletas en la puerta. Un saló enorme con una puerta del suelo al techo
corredera, dos habitaciones (supuse que la suya y la de su hermano), un
dormitorio más grande de matrimonio y dos cuartos de baños. Como un piso
normal, si no fuera porque todo era más grande de lo normal.
-Este fin de semana, nuestra
habitación, será la de matrimonio, siempre he querido dormir aquí. –más leña al
fuego pensé mientras él cogia un vaquero que le llegaba justo por encima de la
rodilla y una camiseta blanca, olguera de cuello de pico, se ponía sus
marineras, cogía sus gafa. –Voy a bajar para preguntarle al conserje cuando
abren las piscinas, subo enseguida y nos vamos a tomar algo por ahí ¿vale? –se
acerca a mi y me besa en la cariñosamente.
En función de su ropa, me hice
una idea de que ponerme yo, no sabía donde me llevaría, así que un vestido
casual con unas sandalias lo vi oportuno. Para cuando él volvió yo estaba
cepillando mi pelo, cogí mi gorro, las gafas y nos fuimos.
Hasta que tuvimos ganas de tomar
algo paseamos por el paseo marítimo, nos entreteníamos viendo a los artistas
que hacía figuras de arena en la playa, a los que hacían esos retratos de la
cabeza grande, que por cierto nos hicieron uno, o regateando con los de color
que vendían cosas de “marca” para luego no comprar nada.
Acabamos cenando en un
chiringuito en frente de la urbanización, parecía que Sergio era conocido por
aquella zona, todos los camareros se pararon a saludarle y hacerle miraditas
cuando me veían. Sentía que además del calor que hacía mis mejillas enrojecía
tímidamente. Nos inflamos del pescado tímico de allí, gambas, espetos,
calamaritos, boquerones, rosada y un largo etc.
Después para ponerle la guinda al
pastel nos fuimos a uno de los 9 pubs que había en los bajos de la
urbanización, en dirección a la playa. Nos tomamos algún que otro mojito, más
de uno porque conocimos a un grupo de gente que podrían tener un par de años
más que nosotros aunque no se notaba esa leve diferencia de edad.
Cuando quisimos darnos cuenta
eran las 4 de la mañana y no estábamos precisamente para seguir una línea
recta.
-Parece que por aquí eres muy
conocido- le dije mientras habría la puerta del apartamento y me dejaba pasar-
-Cuando pasas todos lo veranos de
tu vida aquí te conocen quieras o no. Ya mismo te conocerán a ti, si vienes
conmigo este verano –dijo mientras cerraba la puerta y echaba la llave-
-Eso me gustaría –me acerqué y lo
besé.
Entramos en la habitación, me
quité primero las sandalias, entré en el baño para lavarme los dientes, me eché
un poco de agua en la nuca al recogerme el pelo con una cola, porque incluso a
las 4 de la mañana hacía un calor infernal. Cuando salí del cuarto de baño él
ya estaba sin zapatillas y quitándose la camiseta.
-Que sexy a la luz de la luna –le
bromeo, aunque era cierto, la lua de la luna le daba en todo el cuerpo,
oscurecía sus ojos pero resaltaba su cuerpo.
-Veremos tu ahora cuando te
quites ese vestido, señorita. –me dijo mientras reía levemente.
-Es que ¿no te gusta?
-Al reves, me encanta y te queda
genial –dijo mientras se acercaba y me quitaba lentamente el vestido- pero así
estás mejor ahí que reconocerlo –instintivamente me llevé los brazos a la
barriga, nunca he estado contenta con mi cuerpo y eso que siempre me han dicho
que ni me sobra ni me falta nada –eh, ¿Qué pasa?
-Nada no me gusta mi cuerpo
-A mí sí, y mucho –respondió
mientras daba lentamente pequeños besos por el cuello y después por la boca.
Le seguí el juego, seguiamos
besándonos cuando caímos a la cama. Me besaba desde el cuello al ombligo.
Estaba claro, hoy era el día. Él me quitaba los tirantes del sujetador y yo a
él le desabrochaba el pantalón, lo que quedaba para quitarnos esas prendas lo
hizo cada uno.
Sentía que se me aceleraba el
corazón, que ardía en deseo y que él sentía lo mismo. Al principio fue un poco
doloroso como me había imaginado, pero después fue la noche más placentera de
mi vida.