lunes, 31 de enero de 2011

Capitulo 8.

CAPITULO 8

-Cariño, hay que levantarse si quieres ir al hospital antes de que vayamos a clases –eso si que era forma de despertar ha alguien no como la hacía mi hermana pegándome esos gritos pensé mientras mi mente volvía al mundo real-

Esbocé una sonrisa todavía con los ojos cerrados, abrí los ojos a medias y le besé sonriente. Rápidamente me levanté y fui a mi baño, sí mi propio baño en mi habitación, porque si mi hermana ya es insoportable despierta, cuando está recién levantada mejor ni imaginarlo. Como no soportaba sus gritos mañaneros convertí mi vestidor en mi baño, tuve que renunciar a mi querido vestidor, pero era una consecuencia, así que…
Me miré en el espejo, tendría que lavarme el pelo, pero si lo hacía llegaríamos tarde y no me apetecía nada, así que me hice mi coleta gitana como yo la llamo y me metí en la ducha. Cogí mi toalla para secarme, me lavé los dientes y salí del baño cuando vi a Sergio mirando mis fotos de pequeña, las tenía todas en un tablón junto a fotos con mi familia, amigas, incluso tenía unas cuantas fotos con mi hermana de cuando éramos pequeñas y nos queríamos.

-De pequeña eras un pivón –dijo mientras me mostraba la foto de donde había sacado esa idea. Una foto en la que estoy yo con 6 años subida en el borde de la Fonta di Trevi poniendo las posturas que ponía una modelo que tenía a mi lado-
-¿Y ya no? –le dije de broma, se acercó a mí-
-Ahora más todavía –me besó- pero si no llegamos tarde estarás más guapa todavía –me sonrió y yo le devolví la sonrisa- Tenemos que llegar a mi casa para cambiarme ¿si?
-Claro –cogí unos vaqueros, una camiseta y una rebeca un poco grande para mí pero me encantaba porque era calentita y me recordaba a las que llevaba mi abuela cuando era joven-

Me vestí rápidamente, me puse mis converse bajas de un color blanco roto, cogí la mochila y mi gabardina. Salimos rápido y cuando llegamos a su casa, preferí quedarme fuera por si los padres estaban ahí y bueno no sé prefería no verlos, por lo que me quedé fuera esperando.

Al cabo de unos quince minutos, sale vestido casi como yo, una rebeca muy parecida a la mía, unos vaqueros del mismo color y las mismas converse blancas:

-Parecemos novios y todo ¡eh! –reí levemente mientras le miraba-
-Sí casi. Se lo he contado –dijo-
-¿El qué?
-Pues que tengo una novia y que a su hermana la han atropellado. Saben que estás aquí y quieren conocerte, así que si entras ya, todo se hará rápido, ¿vale?
-Es que me da mucho corte.
-Por favor, ellos te quieren conocer, y yo quiero que conozcan a la chica de la que estoy enamorado, que por cierto luego hablaremos de eso… -dijo poniendo la típica cara de cachorrito-
-Tienes el poder de convencerme. Te odio por eso –le dije en un tono de broma-

Revisé como iba, me ajusté pantalones y chaqueta, en el móvil vi como tenía la cola hecha y subí las escaleras exteriores que daban a la casa. El corazón me iba a mil, era la primera vez que conocía a los padres de mi novio, nunca de ninguno de los chicos con los que he estado, que he de aclarar que no han sido muchos, me ha querido presentar a sus padres. Siempre decían que era muy pronto, que ellos no les daba importancia que los conociera o que la relación no ha durado tanto como para llegar a eso. El caso es que esta era la primera vez, siempre había una primera vez para todo, y ahora me tocaba, así que, decidí relajarme y ser yo misma, aunque sabía que era mucho pedir.
Entré tímidamente por la puerta, como si fuera la primera vez que cruzaba el umbral de su puerta, y la verdad es que no era así, la había cruzado y más de una vez. Me dijo que me quitara la chaqueta y dejara la mochila cerca de la puerta para irnos lo más rápido posible, quería que los conociera pero no que me sintiera incómoda y se lo agradecía. Una vez lista, le di la mano y nos dirigimos hacia la cocina donde estaban desayunando, supongo porque a esas horas…

-Mamá, papá, esta es Laura.
-¡Hola Laura! –Dijeron al unísono mientras se acercaban a mí y me daban un abrazo-
-Hola –respondía alegre mientras les correspondía al abrazo-
-Sentimos lo de tu hermana, por cierto soy Elena
-Gracias, encantada de conocerle –le respondí a su madre tímidamente, mientras su padre mojaba una magdalena en el café-
-¿Se lo dices tú o se lo digo yo Sergio? –dijo la madre mientras me miraba seria, ¡¿qué había dicho mal, ya si apenas había hablado?! Pensé mientras miraba a Sergio que seguía cogiéndome la mano-
-A mi madre –puso cara de: eres una pesada mamá, y luego me volvió a mirar- no le gusta que le traten de usted porque piensa que usted es para gente más mayor. La cuestión es que ella se cree joven –se gira hacia su madre y se acerca a ella- pero mira, esto –señaló una pequeña pata de gallo que apenas se notaba- no es de joven verdad mama –dijo en un tono gracioso-
-Pues a mi me gusta esa arruguita –dijo el padre mientras le daba un beso en la pequeña arruga…de que me sonaba eso pensé mientras recordaba la escena en las escaleras de mi casa-
-A partir de ahora llámame Elena ¿vale cariño? –dijo sonriente y yo asentí, me iba a costar puesto que siempre trataba de usted a los mayores que yo-
-Nosotros tenemos que irnos, vamos a llegar al hospital antes de las clases, y no queda mucho que digamos así que nos vamos rápido, adiós –dijo Sergio mientras se giraba, y a mí con él-
-¿Tenéis prisa? –dijo el padre-
-Sí papá, así que…adiós –respondió-
-¿Tu estás cariño? –le preguntó a su madre, y esta asintió mientras tomaba el último sorbo de su café-
-Entonces perfecto, os acercamos al hospital y de camino vamos a ver a tu hermana, si a ti te parece bien Laura –dijo mientras me miraba, yo indecisa miré a Sergio y con su mirada me dijo: haz lo que quieras, como no quería ser descortés acepté.

[…]

Una vez que Sergio y yo estuvimos algo separados de sus padres mientras andábamos por los pasillos del hospital:

-Entraré yo primero, quédate tú con tus padres un momento, cuando te llame entras tú para presentarte, oficialmente aunque ya te conocen. Cuando estés conmigo que le decimos a mis padres que los tuyos están aquí y los presentamos ¿te parece?
-Lo que a ti te parezca bien, a mí también dijo mientras me daba un beso en la cabeza y pasaba su brazo sobre mi hombro.

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