viernes, 31 de diciembre de 2010

Capitulo 5.


CAPITULO 5

Otra vez Alberto, el chaval no es que fuera mala persona, pero se volvía a veces pesado, y eso que solo lo conocía de un día, bueno de una tarde, así que imaginaros. Aunque eso se perdonaba porque era guapo. Le salude, le dije, otra vez, lo guapo que estaba y fui a ver a Sergio. Estaba ya abajo, fregando el suelo, como estaba de espaldas:
-A lo mejor de contrato de chacho para mi casa, se te da bien fregar –le dije y me reí, él se dio la vuelta y:-
-¡Alberto! Mira que te dije que no dejaras entrar a ninguna chica que fuese guapísima, que si no, no iba a ligar con ellas porque todos los chicos se le echarían encima –dijo mientras venía hacia mí, me besó en la mejilla. En ese momento se me puso la piel de gallina- Bueno hay que comprobar una cosa de tu vestido –me cogió un mano y me dio varias vueltas-
-¡Que así se me levanta el vestido! –le dije, parando de dar vueltas-
-Pero no se te ve nada, que era lo que había que comprobar. Si no más de uno mirará donde no debe –rió-
-Cerdo –le dije en un tono de enfado, pero no lo estaba-
-Soy un tío se supone que pensamos en esas cosas, además me preocupo por ti –sonrió-
Empezamos a prepararlo todo y sobre las once pasadas empezó a venir la gente, hacia las once y media ya estaba el bajo lleno, la música a todo volumen y todos estábamos bailando. Yo solo conocía a Sergio y a Alberto, quien me presentó a unas amigas suyas con la que estuve la mayor parte de la noche, eran súper simpáticas, se llamaban Raquel, Irene, Noelia, estaban en su instituto, aunque en distinto curso.
Toda, toda la noche bailando sin excepción, apenas parábamos a beber algo, o para ir al servicio, incluso nos inventamos un baile nuevo para una canción, y todos como si fuera una coreografía nos pusimos a bailarla.
Mis padres no me dijeron hora para volver, y como llevaba las llaves en el bolso, podría entrar silenciosamente sin que nadie se diese cuenta, además me iría cuando la gente empezase a irse, o cuando me hartase.
En toda la fiesta apenas había visto a Sergio, solo de lejos entre la gente, bailando o sirviendo bebidas, era buen anfitrión. Cerca de las dos, fui a tomarme un descanso, estaba cansada de bailar, además de que estaba roja, como siempre que hago ejercicio, por lo que subí por unas pequeñas escaleras que daban al patio, iba a sentarme en las escaleras que había frente a la puerta de acceso a la casa, cuando vi a alguien sentado allí. Estaba mirando hacia delante, hacia la piscina iluminada, y tenía un chaquetón puesto, no me extrañaba hacía frío y eso que yo venía caliente de bailar.
Conforme me iba acercando pude identificar a la persona que estaba sentada, por lo que sigilosamente fui por detrás, y le de un pequeño empujón para que se asustase. Allí estaba él, allí estaba Sergio.
Me senté a su lado, apoyé mi cabeza sobre su hombro, no dijo nada, solo estaba allí quieto como un maniquí, era extraño en él, por lo que, me puse bien, y el miré. Él que pareció no darse cuenta de mi presencia hasta que le miré, giró la cabeza hacia mí y me sonrió.
-¿Qué te pasa? ¿Salió algo mal en la fiesta? –le pregunté preocupada-
-No, no todo va perfecto
-¿Entonces?, ¿Qué pasa?
-Nada, solo pienso, en profundidad, por eso me quedo así –me sonrió y me abrazó- Ahora que te tengo tan cerca me doy cuenta de que tienes pecas, que guapa ella –dijo mientras se acercaba más para verlas y me tocaba la nariz-
-Y eso que se supone que las morenas no solemos tener pecas, soy una excepción a la regla. –le respondí- No te he visto casi nada por la fiesta –le comenté-
-Es que he estado pinchando un rato, después ocupándome de las bebidas, recibiendo gente y apenas me ha quedado para estar contigo que era lo que quería –confesó-
-Eres buen anfitrión, ¿querías estar conmigo?
-Sí, quería estar contigo toda la noche, bailar contigo, hablar contigo, todo contigo –me dijo mientras me miraba y me sonreía-
Me tumbé en sus piernas de modo que al tener la cabeza hacia arriba pudiera verle. Nos quedamos los dos mirándonos, el uno al otro durante un buen rato.
-Alegra esa cara –le dije- Queda mucho noche, o al menos queda tiempo hasta que nos eches, así que, vamos ha hacer lo que querías, vente a bailar conmigo –mientras me ponía de pie y le ofrecía mi mano para que se levantase-
-A ti no te pienso echar –dijo mientras cogía mi mano y se levantaba-
Bajamos, todavía cogidos de las manos, y nos pusimos a bailar, todas las canciones, bailando coordinados, como si fuésemos uno, ajenos a los demás, bailábamos nosotros, para nosotros. Reíamos, bailábamos, hablábamos, nos sonreíamos…Fue en ese momento en el que me di cuenta que simplemente no me gustaba Sergio, era algo más, algo que hasta ahora no me había hecho sentir nadie. No sabía si era amor porque nadie lo había y pocos los siente, por lo que no estaba segura de que era lo que sentía por él, pero me gustaba.
Cuando estábamos exhaustos fuimos a beber algo y después me llevó a la mesa de mezclas, iba a relevar a Alberto y de camino iba enseñarme a mí más o menos como funcionaba. En cuanto él se puso, todo cambió la gente bailaba más, la música era mejor, estaba claro que era mejor DJ que Alberto. Solo de verle, y de la felicidad del momento, no pude dejar de sonreír y reír ni un solo momento.
Sobre las cuatro de la mañana Sergio fue pidiendo a la gente que se fueran yendo, era tarde y él ya estaba cansado y con dolor de cabeza, así que me fui a despedir
-Me voy ¿vale? –le dije-
-No por favor, quédate conmigo esta noche –me dijo con una cara lo más sonriente posible teniendo en cuenta que estaba mal, según él padece jaquecas, y eso duele, y mucho-
-Es que mis padres no lo saben y no se si…-empecé a decir-
-Por favor
-Les dejaré un mensaje en el móvil para que lo sepan, pero si mañana me cae bronca será por tu culpa.
-Iré yo mismo para decirle a tus padres que era culpa mía –me dijo-
Una vez que ya no hubo nadie más, ni Alberto, nos quedamos solos, le dije de recoger, pero se sentía fatal, por lo que decidimos cerrarlo todo he irnos a dormir. Salimos por las escaleras que daban al patio, y mientras él cerraba esa puerta por la que habíamos salido, yo me acerqué a la piscina, quería probar el agua, aunque fuera principios de febrero quería ver como estaba. Metí la mano y, sorprendentemente estaba caliente, piscina caliente, estaba más que claro que Sergio no tenía problemas económicos.
Como estaba tan buena, me quité los tacones y metí los pies, necesitaba relajarlos, me dolían de tanto tacón y bailando. De repente, me di cuenta, ¿dónde estaba Sergio?, me giré pero no lo vi, así que supuse que estaría dentro y ahora vendría, o ¿pretendía dejarme ahí fuera con el frío que hacía?. El caso es que me quedé allí, jugando con los pies en el agua, moviéndolos, cuando de improviso ¡ZAS! Acabé en el agua. O me había empujado un fantasma o Sergio, y teniendo en cuanta las probabilidades de que un fantasma pudiese empujarme, opté por elegir la opción de que fuese Sergio. Efectivamente estaba ahí de pie fuera del agua mirándome.
-Ahora pensarás meterte tú ¿no?
-La idea es que acabases tú sola en el agua pero si insistes tanto me tendré que meter –me dijo y empezó a quitarse la ropa-
-Eh, eh, ¿Qué haces? La ropa puesta a mi me has tirado al agua con mi vestido –le repuse-
-Eso es verdad –se vistió de nuevo- cuidado que voy –avisó mientras se tiraba de cabeza junto a mi-
-Fui hacia él- ¿A ti no te dolía la cabeza?
-Es que quería que se fuesen y quedarme contigo-confesó mientras esbozaba una sonrisa-
-Maldito mentiroso, no me gustan las mentiras –le advertí-
-Ni a mi mentir, pero si es la forma de conseguir lo que quiero, debo hacerlo, además no hace daño a nadie –me sonrió-
-Bueno y si no es mucho preguntar, ¿Qué es lo que quieres? –le pregunté-
-Se acercó a mí tanto que podía sentir su respiración- A ti
-No dije nada, me quedé parada, mirándole a los ojos, esos preciosos ojos verdes-
-Y lo otro que quería hacer contigo, era esto –se acercó lentamente a mí, rozando sus labios suavemente con los míos hasta dos veces, y tras eso me besó, un beso no largo y brusco, sino corto pero apasionado; me parece que ya sabía lo que sentía por él-
-Deberíamos hacer esto más a menudo –le dije mientras le volvía besar dulcemente-
Estuvimos en la piscina mirándonos, besándonos, hablando, hasta que volvimos a recordar que estábamos en una piscina, y aunque estaba caliente el frío de fuera se notaba, porque entramos rápido a casa. Yo no tenía nada que ponerme para dormir, por lo que me dejó una sudadera suya, y con eso me apañé.
Me fui al baño, me sequé un poco el pelo, me cambié y dejé en el radiador el vestido para que por la mañana estuviera seco. Antes de salir, le mandé el mensaje a mis padres; me peiné, me miré y salí. Me dirigí al cuarto de Sergio y este doy unos pequeños golpes en la cama indicando que fuera allí a dormir con él

viernes, 24 de diciembre de 2010

Capitulo 4.

CAPITULO 4

Fui todos los días durante la semana que le quedaba estar en reposo, y después de eso fui también, no cada día, pero sí la mayoría.
Cuando llegaba a su casa estaba tumbado en el sofá, en una postura “sexy” , así todos los días. Le preguntaba cada día porque lo hacía y siempre respondía: “me gusta verte sonreír”.  Después de eso, me decía lo que tenía que hacer, era poco, un día recoger y limpiar el salón, otro los cuartos y así.

A mí de daba igual tener que estar quitando polco porque me entretenía hablando con él. Nunca dejábamos de hablar, siempre teníamos historias que contar. Como solí terminar no muy tarde, me quedaba con él, haciéndole compañía, nos ayudábamos a preparar exámenes que tendríamos pronto, o nos quedábamos hablando.
Cuando ya me tenía que ir, me despedía con un beso en la mejilla y me iba.

Hasta ahí todo normal, todos los días lo mismo, hasta que un día, al llegar a su casa y tocar, no me abrió la puerta él, me la abrió otro chico:

-No están mis padres en casa, ¡ah que de repente me he doblado el tobillo! ¿Quién me cuidará ahora? ¡Ah, ah como duele! –dijo el chico de la puerta sin decir nada antes-
-Mmm…lo haces mejor que Antonio Banderas, ¿te has planteado ser actor? –Dije al comprender la actuación-
-Si, pero como nadie me dice que soy guapo, pues no podré serlo, dímelo y me verás en Hollywood en menos de un mes
-La verdad es que era guapo, no tanto como Sergio pensé, pero era guapo, y dije: Uh eres guapísimo, ala corre Hollywood –dije entre leves risas-
-Bueno pues recuerda mi cara y mi nombre, Alberto, ya mismo serás la presidenta de mi club de fans –dijo mientras me dejaba entrar-
-Ajá, ajá, bueno actor, ¿dónde está Sergio? –Le pregunté mientras entraba y dejaba mi bolso en el sofá-

-Estoy aquí, en la cocina, ven –dijo y acto seguido fui en su busca-
-¿Qué estás haciendo? –le pregunté intrigada, ya que vi todas las puertas de los armarios abiertos-
-Estoy comprobando los víveres que tenemos, es que pasado mañana vienen ya mis padres, y como ya tengo mejor el tobillo, he pensado hacer una fiesta, a la que está más que invitada señorita
-Ah vale, gracias ¿cuándo es?
-Mañana viernes a eso de las 11 ¿podrás venir?
-No sé yo eh –vi como se giraba hacia mí y me miraba raro- tendré que mirar mi agenda –hice como si tuviera una en la mano y dije- bueno si podré hacerte un hueco en mi agenda –sonreí-
-Que susto me habías dado –me pasó el brazo por encima del hombro- Tenemos que ir de shopping a comprar cosas para mañana ¿vienes?
-Ya que estoy aquí claro –le sonreí y apoyé mi cabeza en su hombro-

-Bueno, bueno, esto es mejor que cualquier escena de 3 Metros Sobre el Cielo, madre mía, cuanto amor se puede respirar. Siento interrumpir, pero tenemos cosas que hacer, así que, si no os importa ¿podéis dejar la escena de amor para más tarde?-dijo Alberto apoyado en la puerta de la cocina-
-Supongo que ya conoces ha Alberto ¿no?
-Eso me temo –respondí yo sonriente-
-No, no soy simplemente Alberto, dile…-se quedo callado, supongo que iba a decir mi nombre, pero no se lo sabía, no se lo había dicho, asi que fui a responder cuando Sergio se adelantó-
-Laura imbécil, ya te lo he dicho bastantes veces –le miré, ¿cuántas veces habría hablado de mi?, no lo sabía, pero serían las veces que yo había hablado y pensado en él-
-Pues eso mismo, Laura, dile quien soy yo –mientras me miraba-
-Es el nuevo Antonio Banderas, un actor súper guapo, que en menos de un mes estará en Hollywood –dije con un tono pesado pero divertido-
-Bueno guaperas, andando –dijo Sergio-

Fuimos al supermercado, compramos todo lo necesario para una fiesta. Mientras comprábamos, yo creo que hacían un concurso de haber quien era el que hacía más el tonto, aunque no lo decían. A lo mejor uno utilizaba un jamón como guitarra, otro cogió melones y se lo puso como pechos, y así toda la tarde…


[…]

Era la noche de la fiesta, bueno la tarde, Alberto y yo fuimos antes para organizar un bajo de fiestas, (sí, tenían un bajo exclusivamente para fiestas, insonorizado, con luces y una barra). Colocamos las bebidas en cubos llenos de cubitos para que estuvieran frías, comprobamos que iba bien la mesa de mezclas (también, sí, tenían mesa de mezclas en las que Alberto, y sobretodo Sergio solían pinchar), etc…

Yo quería estar perfecta, me puse un vestido corto, blanco de palabra de honor que, a partir del pecho se iba haciendo más ancho, como si fuera un embudo, que justo debajo del pecho tenía un “cinturón”, era más bien como un lazo negro. A mí me encantaba ese vestido, lo conjunté con unos tacones negros, altos, pero sencillos, es decir, liso. Me recogí el pelo, con un moño, no el típico moño de gitana mal hecho que me suelo poner para estar por casa, sino un moño bien hecho, con estilo, mi estilo; y me puse unas sencillas pulseras de plata que no eran llamativas, si eran preciosas para mi gusto, me las regaló mi hermana un año por navidad, buenos mal que al menos tiene buen gusto en estas cosas mi hermana.

Estaba lista, así que me fui hacia la casa de Sergio, y cuando llegué…

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Capitulo 3.

CAPITULO 3

[…]

Paso aproximadamente una semana sin que nos viéramos, ni siquiera hablar por teléfono. Les conté a mis amigas el día de cine en su casa, y como era de esperar otra vez me dijeron que tenía que haberme lanzado. La verdad es que no sé como se puede ser tan salida y tan “fresca” pero lo cierto es que eran mis amigas y me encantaban ese lado picante que tenían. Además me amenazaron, sí, me amenazaron, dijeron que si pronto no pasaba nada buscarían su casa o su móvil y ellas mismas le llamarían, pero para que quedase con ellas.

La verdad es que soy bastante tímida cuando me da por serlo y me cuesta simplemente sacar una conversación, pero poco a poco tendría que quitarme la timidez de encima por lo que decidí llamarle, y por lo menos ver como iba su cuello y si tobillo. Eso ya era un tema, y si de ahí no salía otro que yo pudiera seguir tendría que inventarme cualquier cosa para poder hablar con él. Estaba decidida, esa misma noche le llamaría.

[..]

Llegada la noche cerré la puerta de mi cuarto, me tumbé en la cama, cogí el móvil y le llamé.

-Digamelón. –dijo-
-Jajaja –me reí- ¿siempre tan gracioso? –le pregunté intrigada-
-Ya lo comprobarás con el tiempo, ¿es que no te gustan lo graciosos? –preguntó-
- Al contrario –le corregí- me encantan los graciosos.
-Bueno, dime…¿a que se debe el honor de tu llamada? –preguntó entre risas-
-Se debe a que quería saber como vas con tu tobillo y tu cuello, además hacía ya tiempo que no hablábamos –le dije-
-Mmm…buena observación querida Watson –reí levemente- Estoy bastante bien, el collarín ya me lo quité ayer, y el tobillo, bueno, ahí está. Por lo menos está pegado donde debe estar.
-Me sigo sintiendo culpable que lo sepas –le confesé-
-¿Tú? Fui yo quien te partió el esquí, ¿recuerdas? Además a culpa fue de tu maligno esquí, fue lo que provocó que a ti se te escapara y que yo me tropezara –me dijo, y tras una breve pausa continuó- Pero debo agradecerle la caída, si no, no te hubiera conocido.
-Gran verdad, gracias maligno esquí –dije en broma y reímos suavemente- ¿Sabes una cosa?, ahora mis padres dicen que tendré que pagar yo el esquí, dicen que fue culpa mía no mirar si la fijación está bien. Y no se de donde voy a sacar el dinero, porque con lo poco que tengo, y lo poco que me dan a la semana, tendré que esperar meses para poder comprármelos.
-De nada –dijo-
-¿De nada? ¿Por qué? Si se puede saber.
-Porque tengo la solución a tu problemilla
-Entonces, sí, gracias. ¿Cuál es tu fantástica idea? –le pregunté intrigada-
-Como ya sabes mis padres están de viaje, y como mi hermano está por ahí perdido en vete a saber que país, estoy aquí más solo que la una. Ahora como soy minusválido temporalmente, mis padres mandan a una chica aquí a casa para que ordene un poco la casa, y me ayude en lo que pueda. Y aquí el hit de la cuestión, en vez de que venga esta chica, bueno esta mujer, ven tú, y así ganarás el dinero más rápidamente además de que harás compañía a un guapísimo chico minusválido.
-Me quedé pensativa un momento, la idea era tentadora y buena, además así podría estar más tiempo con él- La verdad es que es buena idea, pero tú deberías primero decírselo a tus padres, y yo a los míos, porque si no saben de donde saco el dinero se creerán que soy camello o algo así –reímos-
-Pues sabes tú que me gusta a mí la idea de verte como camello ¡eh! –comentó-
-Yo no me veo como camello, sería difícil hablar tan mal, además de peligroso por si te pilla la pasma –dije imitando a los camellos que se ven en las películas-
-Ah eso si que es verdad, si
-Tocan a la puerta de mi cuarto y entra mi hermana- Un momento Sergio –aparté el móvil de la oreja y lo tapé para que él no me oyera- ¿Qué quieres Sofí?
-La cena ya esta terminada –dijo mi hermana entrando bruscamente en la habitación-
-Vale, vale, cierra la puerta al salir, por favor –le dije mientras volvía por el teléfono- Ya está era mi hermana, lo siento. Tan simpática como siempre
-No pasa nada –dijo él- Seguro que será más simpática que mi hermano, era bueno, pero si le salía la vena borde, le salía bien.
-Ah ya te aseguro yo que no, la mi hermana es el odio puro en persona. Por cierto, antes has dicho que tu hermano estaba por ahí, ¿es que no lo sabes?
-Que va, tenía 18 años recién cumplidos cuando se fue de casa, y de eso hace ya 3 años. Y no se donde está por la sencilla razón de que no nos dijo donde se iba, además como hablaba varios idiomas puede irse donde le plazca. La última vez que hablé con él fue hace cosa de un mes, llamó desde un número raro, que no sabía ni a que país pertenecía. La verdad es que le echo de menos, me llevaba genial con él, pero entiendo por que se fue.
-Vaya lo siento, ¿puedo preguntar porque se fue?
-No es secreto de estado. Fue por evitar a mis padres. Son bastante difíciles de tratar sinceramente, yo seguramente cuando termine mi carrera también me vaya por ahí, ha algún país lejano.
-Pues el día que te vayas acuérdate de mí y llévame contigo que yo también quiero irme, donde sea, pero irme –le dije-
-Lo tendré en cuenta angelito –rió levemente cuando de repente se escuchó por mi lado del móvil:
-¡LAURA! ¡QUE TE VENGAS YA! –cuando me quiere mi hermana pensé-
-Me da la sensación de que te llama con mucho amor tu hermana –comentó-
-¿Sí? Ni me había dado cuenta fíjate –dije en un tono irónico- me llama para cenar, debería ir ya.
-Vale, no te preocupes.
-¿Te morirás de hambre si nadie te cocina? O ¿sabes hacerte algo tu solito? –le dije-
-¿Cómo te crees que he sobrevivido esta semana? Que aunque sea chico cocino de lujo, lo que pasa que como no puedo estar mucho en pie, pongo algo congelado en el microondas, y mientras se hace me siento, y cuando está listo, ¡para dentro! –Respondió con seguridad-
-Eso está bien, como diría mi abuela: “eres más apañado que las pesetas” –dije entre risas, y escuché al momento sus risas-
-Mucha razón que tiene tu abuela, soy apañado. Anda ve a cenar que me da que la próxima vez tu hermana cogerá una sierra en vez de chillarte-
-Sí a mi también me lo parece, le preguntaré ahora eso a mis padres. Díselo a los tuyos a ver que les parece ¿no?.
-De acuerdo, mañana te llamo y te digo, y tú me dices. Hasta mañana preciosa –al escuchar eso me sonrojé un poco, no soy precisamente una belleza, aunque he de admitir que las había mas feas.
-Adiós apañado –me despedí entre risas, y colgué-

Esa misma noche se lo conté a mis padres, y les pareció buena idea, porque así según ellos me haría más independiente y aprendería a valerme por mi misma. Eso son cosas de padres, el caso es que le pareció bien.

[…]

Al día siguiente, después de las clases, me fui a comer con Valen por ahí para después irnos de compras.
La verdad es que ir de ella de compras es como ir de pasarela, empezamos a probarnos un montón de modelitos y andar imitando a las modelos, la verdad es que me lo pasé genial. Mientras estábamos en plena “pasarela” escuché mi móvil. Sabía que era Sergio, pero no era llamada, si no mensaje y decía: “Les parece bien, y a mi mucho más, así que, ¿te viene bien pasarte esta tarde un rato a la hora que sea? Estaré toda la tarde, porque, como es evidente, no puedo salir. Te espero, adiós angelito”

martes, 21 de diciembre de 2010

Capitulo 2.

CAPITULO 2

Llegue a casa, me tiré a la cama, pensé a mis adentros, vaya dia: primero mis amigas me fallan, se me rompe el esquí (que dicen mis padres que tendré que pagar yo, y la verdad no se con qué dinero), y encima un chico se da la ostia de la semana por mi culpa.
Estaba reventada, solo quería dormir, pero primero quería ducharme y relajarme, una ducha con agua fría en pleno invierno, para poder ponerme pijama, sudadera, manta y todo lo que pille sin pasar frío.

Tras la ducha fría, se me despertó el cerebro supongo porque aunque mi cuerpo estaba cansado, no conseguía dormirme, así que me puse los cascos, unos nuevos que me había comprado y el ipod. Me puse música que me gustase, pero que no fuese muy activa, si no, se iba a dormir quien yo me sé.
No sé a que hora, pero me quedé dormida y me desperté porque escuché a mi hermana en el cuarto de al lado, hablando sin parar. Todas las noches hacía igual, habrá momentos para hablar con las amigas que a la una de la mañana. Miré el reloj, y efectivamente la una de la mañana, mi hermana parecía un reloj, puntual como siempre.

Salí de mi cuarto, toqué a su puerta y de repente, como siempre hacia, dejaba de hablar, apagaba la luz y se hacía la dormida. ¿Se cree que yo no tuve su edad y que no hacía esas cosas? De todas formas entré, la miré con el teléfono en la mano y dije:

-Bueno como esta dormida le voy a quitar el teléfono y asi no le molestará cuando duerma –mientras suavemente le quitaba el teléfono-
-¡¿Qué haces?! ¡que no me lo quites! –me gritó mientras me volvía a quitar el teléfono-
-¿Qué sueño más profundo que tienes no? –le dije con un tono sarcástico-
-Tu  si que lo podrías tener profundo y así me dejas hablar tranquila
-Es la una de la mañana en apenas siete horas vas a ver a la por culera de tu amiga, así que cuelga ya y mañana hablas con ella –la mire y sabía que le daría a otro botón simulando haber colgado, así que le dije- ¡Ahora! O no mejor dámelo yo le cuelgo –con un rápido movimiento se lo quité, me acerqué el teléfono al oído –Buenas noches Elo, mañana hablas con Sofía –y por fin se acabó la llamada.

Por si las moscas me llevé el teléfono. Salí del cuarto y como no, mi hermana puso su supuesta “carita de cachorrito” que debería dar pena, pero a mi me da pena de lo mal que la hace, así que, por fin podría dormir bien.

Como cada mañana, la alarma del teléfono me tocó a las siete. Me lavé la cara, me vestí, me puse mis collares de siempre, el que tiene mi nombre y el del símbolo de la paz. Me peiné, me miré en el espejo para darme un último repaso. Metí los libros en el la mochila, cogí el ipod, para ir escuchando música durante el camino al instituto. Como iba un poco tarde, como la mayoría de días, bajé a la cocina y me cogí tres galletas que me tomaría por el camino y me bebí rápidamente un vaso de leche.

Mientras salía por la puerta cogí el chapetón, después el ipod, y lista, ha andar rápido para el instituto.

Llegué justa como siempre, pero no llegué tarde. A primera hora tenía matemáticas, entre que me costaba concentrarme y que eran apenas las ocho y cuarto de la mañana, no pude prestar atención, por lo que me puse ha hablar con Silvia y Valentina, les conté el domingo de esquí, lo de la caída del chico. Como era de esperar, por lo salidas que están me dijeron: “tenías que haber quedado con él”  otra me dijo: “te tenías que haber liado con él” Buenos mal, que al menos una de las tres amigas era la sensata, lo malo es que me tocaba ser a mi a mí.

Menudo día, se me hizo más que eterno, además tuve examen de inglés, no me acordé o no lo sabía, bueno no lo sé, pero me salió perfecto, como todos los exámenes de inglés para los que nunca estudio.

De camino a casa, me sonó el móvil, casi ni lo cogo, no sabía donde lo tenía, si en la mochila o en la chaqueta, no lo encontraba, pero al final:

-¿Si? –respondí
-¿Servicio de ángeles del cielo? –dijo alguien, que solo por lo que había dicho ya sabía quien era, Sergio-
-No se ha equivocado, este es el del infierno, ¿le doy el número del cielo? –me reí-
Rió el también y acto seguido dijo- Hola Laura
-Hola respondí ¿Cómo estás? –pregunté?
-Peor que tú, soy yo quien lleva el collarín y la venda. Además me parece que mañana ya no iré a clase, no sabía lo costaba ir por ahí con las muletas. Esta semana, me quedaré en casa y así reposaré. –dijo-
-Siento que te pierdas clases –dije mientras andaba por la calle- espero que no tuvieras exámenes esta semana, si no, no los podrás hacer.
-Eso es lo que menos me preocupa a mi creeme –reimos suavemente los dos a la vez- Lo mas preocupante es que no voy a poder salir, entonces no voy a poder invitarte a salir por ahí, a no ser claro que vengas a mi casa y así de camino me cuides un poquito, que soy un pobre minusválido temporalmente-me dijo en un tono divertido-
-¡Uh! Eso un problema grave si, entonces ¿que opción me queda a mi? –le repondí-
-Pues vas a tener que venirte esta tarde a mi casa, lo siento pero es así, además te vas a tener que traer una peli para ver, porque hasta que pueda ponerme en pie, no voy a poder llevarte al cine –repuso-
-Bueno, ¿a que hora es la sesión de cine?
-La peli empieza a las siete, así que ven sobre esa hora, ¿te parece? –pregunto-
-Tendré que sacrificarme por un minusválido –me reí, y de fondo escuche:
-Já já muy graciosa angelito. Nos vemos esta tarde entonces. Hasta luego
-Adiós Sergio –dije mientras colgaba y sacaba las llaves de la casa, que acababa de llegar-

Cuando llegué a casa comí, vi un poco la televisión y enseguida me puse ha hacer mis cosas. Tenía cosas que hacer y si quería dejar las cosas hechas antes de ir a casa de Sergio, tenía que hacerlas rápido.


De camino a casa de Sergio, estaba recordando las escasas conversaciones que habíamos tenido, y en ninguna de ellas me dijo que edad tenía, hoy podría preguntárselo. Cuando llegué a su casa, la vi diferente a la noche anterior, a lo mejor es que al ser de día la veía diferente, pero estaba super chula, era una de las casas antiguas dol siglo XVIII más o menos, era una sola casa, no era un edificio, era adosado como mi casa. Por lo poco que recordaba del salón aparte del gran sofá, me parece que debía ser grande, ya que por aquella época los señores de dinero se hacían unas casas de tamaño considerable.
Toqué a la puerta, y escuché un: “¡VOY!” Soy un minusválido y necesito mi tiempo. No pude reírme, y espere que me abriera. Cuando le vi, lo unico que pude pensar fue: WUAU! Que se había hecho que estaba más guapo que ayer, y eso que ayer ya estaba guapo, despeinado, pero guapo.
-Hola –le dije sonriente-
-Hola –dijo, no dijo nada más, no nos movidos y ya dije yo:
-¿Puedo pasar?
-Si perdona, es que estaba mirando lo guapa que estás –me sonroje un peli, y abrió mas la puerta- pero de todas formas a no ser que seas un vampiro entras sin invitación.
-No, no lo soy, pero ya me gustaría más de una vez, poder leer la mente de los demás como Edward Cullen –me reí-
-Bueno pues hasta que se haga de noche, no te acerques a la ventana por si alguien te ve y se enamora de ti y de tu belleza –sonrió-
-¿Y eso sería mal? –le mire-
-Si –asintió lentamente-
-¿Y por qué sería malo?
-Por si ocurriera ya no tendría nada que hacer por ti –me sonrió-

No lo pude evitar, me sonrojé un poco, un chico tan guapo, y simpático no te halaga todos los días. Le dí la película, bueno las películas, no sabía cual querría ver, así que lleve unas cuantas y que él eligiera.
Mientras el preparaba palomitas, yo miré por la ventana de la cocina, grande, más bien, era una puerta de cristal, ya que daba a un patio trasero donde había una moto, era como la de los moteros, pero moderna y menos motera por decirlo de alguna manera.
-¿Es tuya? –le pregunté mientras la señalaba-
-Es de mi padre, pero como está rota y no la coge, la estoy arreglado para poderla usar yo, ¿te gusta?
-La verdad es que si, esta muy chula –me acerque un poco a él- entonces eres un manitas no?
-No muy bueno –se giró para mirarme y luego volvió a las palomitas- pero lo intento.

Las palomitas ya estaban, asi que volvimos hacia el salón. Y si os lo preguntáis, sí, era un salón bastante grande, moderno, pero a la vez acogedor, muy acogedor. Se sentó en el sofá con la pierna estirada, y yo me senté a su lado, y mientras se ponía la película le pregunté lo que todavía no sabía:

-Por cierto Sergio, ¿Cuántos años tienes?
-Los que tu me parece a mi, 17
-Pues si, los mismos entonces, haces segundo de bachiller ¿no?
-Si, hago humanidades, porque me gustaría estudiar filología inglesa, me encanta el inglés –me dijo- ¿y tú?
-Yo hago ciencias puras, quiero estudiar ingeniería de la edificación o algo así, arquitectura en palabras normales. Me encanta a mi también el inglés y la verdad es que la segunda opción de carrera que quería, era la misma que tú –le dije-

Empezó la película, así que dejamos de hablar, vimos El diario de Noa, que casualmente era su, y mi película favorita. Los dos como tontos, en el final, nos pusimos a llorar, me sorprendí no siempre se ve llorar a un chico con la película. Lo que me demostró lo sensible que podía llegar a ser. Durante la película apenas hablamos, algún que otro comentario, pero nada más.
Cuando acabó, me quedé un rato, muy poco ya que tenía que irme enseguida. A las diez me fui. Le ayude a quitar la película y a lavar el cuenco de palomitas, me despedí de él con dos besos y me despedí:

-Hablamos pronto –le dije mientras andaba por la calle, él me gritó:
-¡No lo dudes! –me volví y le vi sonriendo mientras lentamente cerraba la puerta conforme nos perdíamos de vista.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Una más entre otras~Capitulo 1

Estoy escribiendo una especie de historia cuyo título es: Una más entre otras
me esta saliendo bastante larga, no sé como seguiré, se me ocurrirá sobre la marcha, aquí os dejo el primer capitulo:


Capítulo 1



Yo, como cada fin de semana de inverno, en temporada de esquí estaba en la sierra esquiando. Creo que soy bastante buena como para no tener las típicas caídas de principiantes, ni tan buena como los que salen en las olimpiadas de invierno. Este fin de semana estaba sola esquiando ya que las amigas con las que iba a subir me fallaron, unas por exámenes y otras por castigos, pero por su culpa no iba a dejar de subir, así que, imaginarme a mi sola esquiando.


Estaba yo tan tranquila cuando escucho de repente un pequeño ruido, no sé de que es en el momento, pero si que me di cuenta enseguida cuando me veo esquiando con un solo esquí, el izquierdo se me había soltado, a lo mejor tendría la fijación suelta. Como es de imaginar es difícil frenar con un solo esquí, no es imposible, pero no me apetecía probar y pegarme la ostia, por lo que me dejé caer de culo.

Me levanté rápidamente y localicé mi esquí, estaba como a cuatro metros más arriba de la pendiente, para poder subir me tuve que quitar el otro esquí, pero cuando iba subiendo poco a poco, vi a un esquiador que iba a pisar mi esquí. Antes de que me diera tiempo si quiera a decirle nada, el chico ya había pasado por encima de él, partiéndolo. Y de repente lo vi en el suelo, se dio un buen porrazo, en cuanto lo vi fui a por él. Miré alrededor y como nadie se acercó supuse que estaba solo, le quité las gafas para ver si estaba bien, los ojos no los abría pero si que los movía. Dijo algo que apenas entendí era algo de dolor, por lo que vi donde podía dolerle; en seguida me di cuenta porque tenía el esquí hacia arriba y el tobillo doblado, que dolor pensé.

Llamé a las motos para que nos bajaran a enfermería, una vez allí me dijeron que tendría que llevar collarín una semana o dos, y que el tobillo debía estar vendado bastante tiempo.

Que susto me llevé en el momento, pero podría haber sido peor dentro de lo que cabe. Hasta que vinieran a recogerme tenia unas cuantas horas por delante y no lo iba a dejar así, por lo que me quedé con el chico. Estuve mirándolo todo el rato para ver cuando se despertaba, y advertí de lo guapo que era, tenía un pelo un poco largo, como el Justin Bieber ese, solo que un poco más largo. Le habían quitado la camiseta y se le veía todo el torso, cuidado y trabajado, se notaba que era deportista.

Habían pasado una hora largas desde que nos dejaron en enfermería, miraba a la ventana ya que acababa de empezar a nevar y me gustaba mirarla. Como caen los copos lentamente sobre el pelo de la gente, sobre el tejado, sobre la  nieve, como muchos se deshacen al caer al suelo, la sensación de penumbra que crean, y sin fin de cosas. De repente escuché una voz algo débil que decía: “¿Estoy muerto?”
Me giré rápidamente y vi al esquiador con los ojos abiertos, sonreí al verle unos ojos verdes claros muy bonitos. Advertí de su cara, de estar esperando una respuesta y me acordé de lo que preguntó, por lo que rápidamente respondí:

-No, no estás muerto, estás en la enfermería de la sierra, tropezaste con mi esqui y ya lo último que vi, es que estabas en el suelo.
-A bueno, es que como estoy mirando un ángel supuse que estaba muerto –repuso con una sonrisa-

Supe que se refería a mí ya que no había nadie en la habitación.

-Pues este ángel, de ángel tiene poco, ha sido que quien ha provocado tu caída –le dije sonriente-
-Pero si no ha sido nada, ves que bien estoy, desnudo y todo, a saber que habrás hecho conmigo mientras estaba dormido –rió levemente-
-¿Te digo lo que he hecho? –le respondí- hablar con el medico, y mirar por la ventana. Voy a decirle al médico que estás despierto y a ver si ya te puedes ir –dije mientras me dirigía hacia la puerta-
-Espera un momento, una pregunta rápida, ¿el ángel tiene nombre?
-Me giré y le dije- El ángel se llama Laura, ¿y el accidentado, como se llama?
-Sergio, me llamo Sergio. –me dijo-

Estuve hablando con el médico y ya podía irse sin problema, sólo querían asegurarse de que tras levantarse estaría bien, y lo estaba, vamos que si lo estaba pensé para mis adentros.
Cuando volví a la habitación estaba sentado sobre la cama ya vestido y con unas muletas preparadas para levantarse.

-¿Ya te vienen a recoger? –le pregunté
-Como preguntas eso, supongo que me dejan irme, y la respuesta es no. Mis padres están de viaje y vine en el bus. El último salía a las cinco de la tarde, por cierto ¿qué hora es?
-Son las…-miré mi reloj- seis, me da, que ya no vas a poder coger tu autobús.
-Pues no, supongo que ya no –bajo la cabeza-
-Mis padres me van a venir a recoger, y ya que te has caído por mi culpa creo que lo mínimo es que te lleve, ¿Qué te parece?
-sonriente respondió- Mujer vale, vale no insistas tanto, ¡que no cuesta nada convencerme! –rió-
-No, si eso ya se nota –reí con él-

Le ayudé a bajar al aparcamiento y solo tuvimos que esperar una media hora hasta que llegaron a por mi, así que hasta entonces tuvimos tiempo de hablar y bueno, él de quejarse ya que le dolía un poco el tobillo.

Al llegar mis padres les conté lo que pasó, y como era de esperar aceptaron en llevarlo a su casa. Les pareció divertido y todo la caída y lo que me pasó a mi. Estoy segura de que si les pasa a ellos no se reirían, el susto que me di en el momento no me lo quitaba nadie.

Llegamos a su casa, le ayude a salir del coche  y le ayude a entrar en su casa, ahroa que lo veía de pié, advertí de que era alto, y la verdad tenía un buen culo, hay que reconocerlo.

-Bueno, yo me voy,¿vale?- le dije acercándome a la puerta para salir-
-Eh, eh, donde te crees que vas angelito –dijo mientras se sentaba como podía en su sofá. Un sofá grande y de color rojo pasión.-
-Supongo que a mi casa ¿te parece bien la respuesta? –le repuse-
- Vale te dejo, siempre y cuando me des tu número de móvil, porque ¿y si necesito ayuda? Mira que estoy minusválido por tu culpa y encima estoy solito en casa.
-Será fácil convencerte pero tu también tienes poder de convicción. Dame un papel y t lo doy.
Cogí el papel y se lo apunté.
-Ahí tienes mi número ¿vale? Ya si me puedo ir no ¿verdad? –estaba detrás del sofá- Adiós, y cuidate –le acaricié la cabeza y salí por la puerta-

domingo, 31 de octubre de 2010

Una simple presentacion

Bueno esta es mi presentación, este blog no tiene una finalidad aun, solo un blog, pondré lo que piense en el momento o lo que sienta. Espero que os guste.