domingo, 19 de diciembre de 2010

Una más entre otras~Capitulo 1

Estoy escribiendo una especie de historia cuyo título es: Una más entre otras
me esta saliendo bastante larga, no sé como seguiré, se me ocurrirá sobre la marcha, aquí os dejo el primer capitulo:


Capítulo 1



Yo, como cada fin de semana de inverno, en temporada de esquí estaba en la sierra esquiando. Creo que soy bastante buena como para no tener las típicas caídas de principiantes, ni tan buena como los que salen en las olimpiadas de invierno. Este fin de semana estaba sola esquiando ya que las amigas con las que iba a subir me fallaron, unas por exámenes y otras por castigos, pero por su culpa no iba a dejar de subir, así que, imaginarme a mi sola esquiando.


Estaba yo tan tranquila cuando escucho de repente un pequeño ruido, no sé de que es en el momento, pero si que me di cuenta enseguida cuando me veo esquiando con un solo esquí, el izquierdo se me había soltado, a lo mejor tendría la fijación suelta. Como es de imaginar es difícil frenar con un solo esquí, no es imposible, pero no me apetecía probar y pegarme la ostia, por lo que me dejé caer de culo.

Me levanté rápidamente y localicé mi esquí, estaba como a cuatro metros más arriba de la pendiente, para poder subir me tuve que quitar el otro esquí, pero cuando iba subiendo poco a poco, vi a un esquiador que iba a pisar mi esquí. Antes de que me diera tiempo si quiera a decirle nada, el chico ya había pasado por encima de él, partiéndolo. Y de repente lo vi en el suelo, se dio un buen porrazo, en cuanto lo vi fui a por él. Miré alrededor y como nadie se acercó supuse que estaba solo, le quité las gafas para ver si estaba bien, los ojos no los abría pero si que los movía. Dijo algo que apenas entendí era algo de dolor, por lo que vi donde podía dolerle; en seguida me di cuenta porque tenía el esquí hacia arriba y el tobillo doblado, que dolor pensé.

Llamé a las motos para que nos bajaran a enfermería, una vez allí me dijeron que tendría que llevar collarín una semana o dos, y que el tobillo debía estar vendado bastante tiempo.

Que susto me llevé en el momento, pero podría haber sido peor dentro de lo que cabe. Hasta que vinieran a recogerme tenia unas cuantas horas por delante y no lo iba a dejar así, por lo que me quedé con el chico. Estuve mirándolo todo el rato para ver cuando se despertaba, y advertí de lo guapo que era, tenía un pelo un poco largo, como el Justin Bieber ese, solo que un poco más largo. Le habían quitado la camiseta y se le veía todo el torso, cuidado y trabajado, se notaba que era deportista.

Habían pasado una hora largas desde que nos dejaron en enfermería, miraba a la ventana ya que acababa de empezar a nevar y me gustaba mirarla. Como caen los copos lentamente sobre el pelo de la gente, sobre el tejado, sobre la  nieve, como muchos se deshacen al caer al suelo, la sensación de penumbra que crean, y sin fin de cosas. De repente escuché una voz algo débil que decía: “¿Estoy muerto?”
Me giré rápidamente y vi al esquiador con los ojos abiertos, sonreí al verle unos ojos verdes claros muy bonitos. Advertí de su cara, de estar esperando una respuesta y me acordé de lo que preguntó, por lo que rápidamente respondí:

-No, no estás muerto, estás en la enfermería de la sierra, tropezaste con mi esqui y ya lo último que vi, es que estabas en el suelo.
-A bueno, es que como estoy mirando un ángel supuse que estaba muerto –repuso con una sonrisa-

Supe que se refería a mí ya que no había nadie en la habitación.

-Pues este ángel, de ángel tiene poco, ha sido que quien ha provocado tu caída –le dije sonriente-
-Pero si no ha sido nada, ves que bien estoy, desnudo y todo, a saber que habrás hecho conmigo mientras estaba dormido –rió levemente-
-¿Te digo lo que he hecho? –le respondí- hablar con el medico, y mirar por la ventana. Voy a decirle al médico que estás despierto y a ver si ya te puedes ir –dije mientras me dirigía hacia la puerta-
-Espera un momento, una pregunta rápida, ¿el ángel tiene nombre?
-Me giré y le dije- El ángel se llama Laura, ¿y el accidentado, como se llama?
-Sergio, me llamo Sergio. –me dijo-

Estuve hablando con el médico y ya podía irse sin problema, sólo querían asegurarse de que tras levantarse estaría bien, y lo estaba, vamos que si lo estaba pensé para mis adentros.
Cuando volví a la habitación estaba sentado sobre la cama ya vestido y con unas muletas preparadas para levantarse.

-¿Ya te vienen a recoger? –le pregunté
-Como preguntas eso, supongo que me dejan irme, y la respuesta es no. Mis padres están de viaje y vine en el bus. El último salía a las cinco de la tarde, por cierto ¿qué hora es?
-Son las…-miré mi reloj- seis, me da, que ya no vas a poder coger tu autobús.
-Pues no, supongo que ya no –bajo la cabeza-
-Mis padres me van a venir a recoger, y ya que te has caído por mi culpa creo que lo mínimo es que te lleve, ¿Qué te parece?
-sonriente respondió- Mujer vale, vale no insistas tanto, ¡que no cuesta nada convencerme! –rió-
-No, si eso ya se nota –reí con él-

Le ayudé a bajar al aparcamiento y solo tuvimos que esperar una media hora hasta que llegaron a por mi, así que hasta entonces tuvimos tiempo de hablar y bueno, él de quejarse ya que le dolía un poco el tobillo.

Al llegar mis padres les conté lo que pasó, y como era de esperar aceptaron en llevarlo a su casa. Les pareció divertido y todo la caída y lo que me pasó a mi. Estoy segura de que si les pasa a ellos no se reirían, el susto que me di en el momento no me lo quitaba nadie.

Llegamos a su casa, le ayude a salir del coche  y le ayude a entrar en su casa, ahroa que lo veía de pié, advertí de que era alto, y la verdad tenía un buen culo, hay que reconocerlo.

-Bueno, yo me voy,¿vale?- le dije acercándome a la puerta para salir-
-Eh, eh, donde te crees que vas angelito –dijo mientras se sentaba como podía en su sofá. Un sofá grande y de color rojo pasión.-
-Supongo que a mi casa ¿te parece bien la respuesta? –le repuse-
- Vale te dejo, siempre y cuando me des tu número de móvil, porque ¿y si necesito ayuda? Mira que estoy minusválido por tu culpa y encima estoy solito en casa.
-Será fácil convencerte pero tu también tienes poder de convicción. Dame un papel y t lo doy.
Cogí el papel y se lo apunté.
-Ahí tienes mi número ¿vale? Ya si me puedo ir no ¿verdad? –estaba detrás del sofá- Adiós, y cuidate –le acaricié la cabeza y salí por la puerta-

No hay comentarios:

Publicar un comentario